Alejo Urdaneta
VENDIMIA DE RAZAS
(EN EL INSTANTE DEL HALLAZGO AMERICANO)
&
El ave atrapó el color
de la tierra,
el aroma de la orquídea o la dalia
fue resplandor en la fosforescencia del jaguar,
el agrio hedor de la pelambre de la bestia
subió al árbol de caoba.
Era tiempo de tempestad sin viento,
entre el oro y el follaje.
Venía con la medida exacta de los bosques
la algarabía de las guacamayas
en la gris lejanía
&
Estaba madura la fruta
desde siempre madura en el campo feraz
del almendrón y la caña.
Hacia el encuentro
golpeaba,
golpeaba la tralla
en las nubes de octubre.
El eco gris extendía el brazo
y desató la tempestad.
&
Retumba ahora sin pausa la voz plenaria:
Este mes del calendario gregoriano
la tromba iluminada
anuncia conquistas,
movimientos de agua,
lluvia de espadas
y escudos y plumas:
proclama de triunfos
en la bruma del décimo fruto.
&
El cardenal exhibió la mitra
En el rojo amanecer.
Así hago también mi culto,
igual que lo hace el tiempo:
Doy mi oración y mis quebrantos,
solo en el frío,
ante la plenitud del hallazgo.
&
El piélago inabarcable
se llenó de ojos tras la selva,
la visión del naviero en la playa
se topó con líneas de polvo estelar.
Pájaros también eran los ojos,
claro verdor en el bosque, aceituna,
ondas de lago apacible,
verdemar contemplativo.
Exhibía la noche su musgo,
llovizna nocturna,
ojos sombríos,
de pozo y ensueño.
Calmados faroles
solitarios de inmensidad,
alerta vigía del casco y la espada.
&
De la parra lejana colgó el claro de uva,
en la constelación de la copa
vibró la voz de grana callada,
y celebramos otra vez la delicia
para alumbrar de uva el secreto:
la breve, dulce acidez
rodando en gotas
de cálido diamante,
ocultas en la sombra.
&
Desde el púlpito secreto
surge el movimiento en las alas
de murmullos enmascarados.
Días negros
abiertos sólo por la nueva esperanza,
y desde el altar difuso
proclamarán el amanecer.
&
Ha quedado el aroma
del cañaveral y la azucena.
El lirio de agua
sumergido en el murmullo y la pisada:
juntos en el haz colorido
el fruto y la llovizna,
la fe que llega del mar
y el canto ritual
en el copón de arcilla roja
de las razas aurorales.
**
- Autor: Alejo Urdaneta ( Offline)
- Publicado: 29 de diciembre de 2011 a las 08:56
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 114
Comentarios1
Ha quedado el aroma
del cañaveral y la azucena.
El lirio de agua
sumergido en el murmullo y la pisada:
juntos en el haz colorido
el fruto y la llovizna,
la fe que llega del mar
y el canto ritual
en el copón de arcilla roja
de las razas aurorales....
Precioso poema, una forma muy bella de relatar la cruda realidad de las conquistas, de esa agridulce etapa de cambios y transiciones...
Hermoso poema...
Un abrazo.... Y un feliz año para Ud y para todos los suyos...
Gracias, bella amiga, por tu gentil comentario. Siempre nuestra América nos sorprende en su originalidad. Desde la conquista hasta hoy hemos dado nuestra natural manera de ser cultural a España y al mundo, para ser un mundo nuevo, valiente mundo nuevo, como lo dijo Carlos Fuentes.
Un beso y felicidades para el año venidero.
Alejo
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