Se me ha escapado el lagartijero,
el desnudo de un niño verde
y entonces exentos del coloquio de la pintura
serán
y quedarán sólo dos manos
una morena, color madera bronceada de tierra;
una verde, adherida en raíces
y otras dos diminutas
y dos más minúsculas que han de retener a Diego grueso, bebé,
despojado del mural,
con sus dos hilos de carne
que pintaron vendedoras de flores muertas,
a Hitler sin manos,
a Guadalupe Posadas dibujado en un gran sombrero de la muerte vestida
Manos garras,
manos palmas,
manos lazos;
Se me escaparon las manos de la benevolencia
Se me escaparon las manos del coito pélvico
No supe de los brazos-cuna que debieron ser la columna vertebral
No conocí del sexo oral, su oruga suave
Núnca supe, al igual que mis compinches terrenales,
de la lava viva del Ajusco
pero entendí el milígramo del Pedegral en tezontle
porque lo pisé con mis pies heridos
y lo abandoné coja
como babeando con mis pasos de verdadera lengua.
No conocí las manos toscas de éste, que a través de sí, me escribe
pero me arrulla frío en días en que me siento más muerta
En El abrazo de amor del Universo
me faltan águilas de Coyoacán
que no habitaban cuando yo vivía
en mi jardín
que cocí tres veces con hileras de llantos
pero sobra el cosmos unido con espirales de nopal.
Hay un cactus anciano
que fue mi casa durante mi descalabro en las sequías
del que bebí su íntimo semen
y que acabé por desterrar
entero blanco.
Hay una falda roja que fue la sangre
que no se quedó conmigo.
Hay una mujer roca que soy yo
en días de apuesta cama
que cuidó de mí, dura, fría, siempre erguida
con su leche que fue el descanso que mamé en la filtración.
Hay un cielo oscuro
que fue el lunar de mi nacimiento
Hay un cielo verde
que fue el pasto en que nací;
también la oscuridad perpetua
y la luz perecedera de México.
Un sol pedrusco
que fue mi corazón caliente
y una luna limón que fue el ácido de mi locura.
Para los poetas las nubes son natas del cielo
para mí fueron algodones inalcansables
que me estiraron el deseo de hacerme celeste siempre
de volverme cielo.
Así me estrujó el universo
con sus puntas de agave
así se estrechó a mi pecho
así me dolió su apretón
así fui a morirme escrita
en un poema que no soy yo.
- Autor: Eduardo Urueta (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 3 de enero de 2012 a las 14:13
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 320
- Usuarios favoritos de este poema: Marellia, Santiago Zac
Comentarios3
EXCELENTE , UN APLAUSO
Edu, sos un poetazo, ya te lo dije, te vuelvo a recomendar.
Un lujo que nos compartas tu poemario
Un besote inmenso
Maravilloso Eduardo,mezclar valores intrínsecos de nuestro pasado y presente en una suerte de alegoría verdaderamente espléndida,Obvio que lo tomo favorito y como dices,estaremos pendientes.
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