Sábado, me encanta llegar temprano a trabajar debido a la ventaja que se obtiene por la disminución del tránsito de fin de semana a comparación con el que existe de lunes a viernes.
Además el hecho de ser el único en la oficina, me da la libertad de apoderarme del silencio que existe en ella y poder cambiarlo a mi antojo, ya sea prendiendo el radio o escuchando cualquier CD de mi agrado, pero lo mejor de todo al volumen que yo quiera.
Claro esta que si sube gente de la cocina a utilizar la maquina del chef, opto por ponerme los audífonos en lo que mis visitas terminan por irse una vez que revisaron sus órdenes de pedido que imprimen en la copiadora que esta en la otra sala casi llegando a recepción.
Lo más útil de este día es que me deshice de todo lo que tenia acumulado sobre mi escritorio, como las notas en las que escribo números telefónicos que después no reconozco de quien son, las balanzas que utilice para los estados financieros de hace tres meses, los inventarios de los restaurantes pendientes de archivar, los cortes de venta de la semana pasada, las copias de las facturas por provisionar, en fin todo aquello que por falta de tiempo no acomodo en su lugar.
El café que me prepare desde la mañana quedo sin terminar, ya que iban a la par de cada sorbo que tomaba, el acomodo de todo mi desorden acumulado durante el mes.
Justo ahora cuando estoy sentado pensando en disfrutar de principio a fin y con calma mi segunda taza de café, observo mi nuevo escritorio con los marca textos amarillo, verde y azul sujetados con una liga, la caja de clips perfectamente cerrada, el frasco de vidrio de Nescafe improvisado como lapicera, la tinta negra tipo roll on sobre el cojín de goma y la pantalla de la computadora marcada con huellas digitales de mis dedos que se marcan cuando la cambio de posición para evitar que alguien que pase a mis espaldas me sorprenda cuando escribo a ratos en mis horas de trabajo. La limpio con una servi-toalla humedecida con un poco de gel desinfectante y decido encender la computadora para revisar mi correo personal.
Me deprime ver mi bandeja de entrada con solo mensajes promocionales de sony, mis alertas google y mi lección del día del englishtown, así que borro todos ellos y me pregunto: donde están mis contactos personales?.
Ante el fracaso por sentirme abandonado por mis amigos cibernautas, opto a salir y apagar mi equipo, solo que al deslizar el mouse sin querer en mis documentos usados recientemente, fijo mi atención no se porque en el archivo “ Conciliaciones 2011 ” , me viene un recuerdo inmediato de ti y doy doble click en el.
Las diez pestañas nombradas en el libro de Excel como: Polmal, Keteb, Yabal, Takanil y las demás que paso de largo por mi desesperación de llegar a la ultima hoja, me causa una aceleración de latidos en mil corazón que se vacían en su fondo cuando la abro y miro tu fotografía, la que baje del Facebook.
No recibí ningún correo de amigos, pero al verte llenar toda la pantalla con tu sonrisa, ver tus ojos una y otra vez y darme cuenta que me siento alegre porque mi boca responde al mismo gesto que la tuya, es como reconocer que estás conmigo.
Bajo el volumen del radio, te ofrezco un café y te digo con todos los pesares y pasares de estos años, que aun te extraño, te extraño y te lo digo a 20 centímetros de mi escasa vista, mientras tú sigues sonriente, con tu mirada serena y sin contestarme.
- Autor: seateen ( Offline)
- Publicado: 4 de enero de 2012 a las 12:05
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 32
- Usuarios favoritos de este poema: ROSEMARIE M CAMUS, CHARLES RIVERS
Comentarios3
Pero qué buen cuento! no sé por qué me hace tanto sentido, bueno, lo sé... y me gusta decirte que es encantador aunque triste su final... pero lo entiendo.
Besitos nuevamente...
AH GRACIAS DE NUEVO!!, Y ESPERO UN DIA SABER EL PORQUE TE HACE TANTO SENTIDO, UN ABRAZOTE HASTE CHILE!!!
Buenas palabras.
Cuidate.
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