Sabré que te marchaste cuando el sol trepe el ceño,
cuando tienda la hiedra por sus rayos trenzada
y rompa los cristales terciándose en la almohada
que habrás dejado quieta, pendiente de mi sueño.
Cuando halla que volver, a mal grado de mi empeño
que intuye sordamente la ausencia agazapada
y vaya el brazo terco al encuentro de la nada
ya hecha al dulce hueco que es grande por pequeño.
Los ojos se abrirán, temerosos del aviso
y dueños de tu falta verán que dios los hizo
por darle al corazón dos guardianes atalayas;
mas yo podré engañarlos, siquiera por un rato:
Los cerraré despacio de cara a tu retrtato,
para que de ese instante, ya nunca te nos vayas.
Marco Quezada.
- Autor: marcquez (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 30 de enero de 2012 a las 22:28
- Comentario del autor sobre el poema: Tenderle una trampa a la memoria, que de todos modos no servirá..
- Categoría: Amor
- Lecturas: 158
- Usuarios favoritos de este poema: Vito_Angeli, Ajenony, Jareth Cruz
Comentarios1
Marcquez: sobre los sonetos alejandrinos, se tanto como un carpintero de plomería. Así de vasto es el conocimiento mío en esta especialidad que desarrollás pero no me quita el gusto de decirte que lo haces de maravilla (y podré aprender así de ello). Un abrazo
Jajaja; bien mi querido carpintero, este plomero tampoco es ningún experto, leí en algún artículo que la diferencia del soneto tradicional al que se denomina alejandrino, estriba en el metro, ya que este aumenta a catorce sílabas por verso y se deben matizar la sexta y treceava; ahora que si eres un maniático de la musicalidad, cuidarás también la fonética de las demás.
Como verás, tampoco podría atinar a un clavo de cuatro pulgadas con una mazo; así que la estructura que leíste arriba es el resultado de varias mediciones, cortes y soldaduras. (sonrisa)
Gracias por pasar mi estimado amigo, abrazos.
Tendré todo ello presente. Gracias por el comentario, Marcos. Un abrazo
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