Pasan las amplitudes de los cuervos
por encima de las cabezas
vacías de indulgencia
y/o rellenas de éter suicida.
Se mueven los brazos del penúltimo encantamiento
y todo lo prometido no es más que agua de paso,
columnas de humo y ensoñaciones muertas de miedo.
Pese a todo, yo estoy aquí,
y la voz de la concordia no desea agonizar
ya que tras toda intranquilidad habita
la fuerza de un crisol irreverente.
- Autor: Alexander Vórtice (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 17 de febrero de 2012 a las 19:22
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 75
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