Cuando el Alma canta

Cuando el Alma canta acalla los trémulos gritos desesperados del hombre por conocer su destino, cuando el Alma canta hasta el sordo puede oírla, hasta la profunda grieta que surca los corazones de los desesperanzados puede cicatrizar con el eterno caudal de Amor que emana de un Alma que canta.

Cuando el Alma canta la herida se sana, la duda se desvanece y el miedo se enmudece pues su origen fue el sometimiento a lo que creía una verdad, cuando el Alma canta el cielo se abre, creas la maravilla donde posas tus ojos y das vida al misterio que se erguía ante tu asombro como una mera ilusión vistiéndolo al fin de colores al tono de tu corazón.

Cuando el Alma canta, su melodía se esparce por los confines de la existencia, se hace eterna y brilla intensamente acariciando con sus pétalos de luz la oscuridad que habita en cada rincón del Universo; es alquimia pura lo que se configura cuando tu Alma cantora irrumpe en las vidas de los que aclaman con insistencia su afable presencia.

Cuando el Alma canta no hay sonido que pueda oírse tan intensamente como el profundo silencio que emana de ella, no hay calma tan calma como la que acontece después de la tempestad, no hay luz más suave y reconfortante como la del sol que despierta mansamente a la mañana en la agonía de la noche.

Cuando el Alma canta todas las canciones olvidan su letra, todos los cantores enmudecen y todas las melodías olvidan su partitura, cuando el Alma canta renace en ti la fuerza creadora toda, creas vida y realidad, creas el sonido y el silencio, creas la letra y la canción, eres canción y cantante, eres oído y voz.

Cuando el Alma canta eres el día y la noche fundidos hermosamente en el beso de bienvenida que el crepúsculo del ocaso da en la frente al anochecer, cuando el Alma canta eres la noche y el día fundidos hermosamente en el beso de despedida que el crepúsculo al alba da en las mejillas del amanecer.

Deja que tu Alma cante, abre las puertas de la jaula que recorta sus alas y reconfórtate con el sonido dulce y armónico de su afinada voz, deja que tu Alma cante la infinidad de canciones que descansan en la partitura de tu corazón, deja que tu Alma cante y así riegue los áridos desiertos de la existencia, deja que tu Alma,  libre como el viento que no puede ser enjaulado, surque los cielos y trascienda los tiempos, deja que tu Alma cante, devuélvele las alas, abre las puertas de tu corazón.

Por Alejandro D. Gatti