Seré un recuerdo nada más... en la memoria de mi vida. Un sueño fugaz y efímero que nadie pueda palpar. Las estrellas brillarán para mí y para la gente que las mira. Aquí en la noche de mis adentros. Aquí en las puertas de la eternidad. Nunca sabré si moriré para aquellos a quien amé con el alma mía. Nunca sabré si viví lo suficiente para aprender y para enmendar. Todo mi corazón lo entregué hasta convertirse en ceniza. Mis ojos fueron la luz eterna cuando el amor me dió su libertad.
Soy tan libre como el aire que en todo se respira. Soy tan pura como el agua de un cristalino manatial. Ya no soy la mujer de las alas caídas, ya no soy la mitad de un verso final. Siempre te he querido tanto, alma mía, que me he aferrado a la vida por no darte el sufrimiento de vernos llorar. Es que en cada cosa que vives, tú alegras mis días. Estos días en que puedo llegar al fondo de tu mirar. Vive en mí, para así, tener una nueva vida. Una vida compartida llena de felicidad...
- Autor: Rosa Mejía (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 3 de abril de 2012 a las 14:57
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 98
- Usuarios favoritos de este poema: Winda, Carmen Angelical
Comentarios1
la vida es tan eterna
como un segundo
tan efímera como el brillo
de un millón de estrellas
tus huellas tan profundas
como el recuerdo de quien las pisa
un abracito y gracias por este ratito
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.