I
A Madre.
Cada vez, Madre, que frente al espejo reflejas la tétrica mutilación de tus años, tus canas, pienso en lo siguiente: Es vano arrancarse las canas, es vano gastar el tiempo en tal acción, porque arrancándote las canas no podrás salvar siquiera el tiempo que perdiste en arrancártelas y mucho menos el tiempo que disfrutaste mientras aparecieron; aun cuando sean, madre, símbolo de la inevitable vejez, yo os digo, mi sangre de tu sangre, que no vale la pena.
II
Eres bella, sin duda. Mi subjetividad se place capturar sinestésicamente el fenómeno, la exquisitez con la que invades mis sentidos.
[Porque la belleza existe en cuanto tú existes]
Sé de mi maldad, de mi ambicioso sueño de sedición y tú todo lo ignoras.
Debes saber que yo tenía de verdad intenciones de olvidarme de mis estupideces. ¿Cómo esperas tú que yo me acerque a ti sin abandonarme? A la menor muestra de mi disposición a dedicarte mis pasiones ya no te dejaste ver.
Es tu culpa, otra vez no siento nada. Contigo se fueron las ansias que sentía.
A mí me gustaba pasar el tiempo contigo y hablar de cualquier cosa.
¿Que te cansaste de esperarme?, yo vigilaba tu paso con la esperanza de torcer la casualidad por el hermoso antojo de estar contigo.
Ves, eso que llaman amor es algo tan vacío. Anda, tú que sabes, si tienes ánimo de contestar, dime qué es, o al menos, de qué se trata.
III
El amor no existe en sí, para sí,
el amor no existe solamente.
El sol es una gran estrella
que se manifiesta cuando tienes
tus preciosos ojos abiertos;
la luna,
cuando los tienes cerrados.
El café es un cálido suspiro
que entibia el cuerpo
Vida!
Heráclito habría dicho ¡Fuego!
IV
No se gana en una pelea dando el último golpe, sino siendo capaz de reconocer que el rival ha perdido.
V
Justo en el momento del fin, el último hombre tuvo la última gran idea, y esta era cambiar las dos categorías de toda la literatura existente:
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Ficción No ficción
<-----
Sus últimos suspiros fueron carcajadas ante la destrucción.
Claro está que esta es solo una hipótesis sobre aquella especie maravillosa que, a lo largo de toda nuestra existencia, hemos estado buscando.
[Y el universo se sumergió en la más cruda oscuridad]
VI
-Nada vuelve.
Y el hombre brindaba conmigo; su faz era oscura y entre sus dedos el fuego consumía el trabajo de otro hombre.
VII
Eleva la babel,
precioso proletario,
ya se derrumbará;
y no te preocupes,
vendrán los hijos
que la harán de nuevo;
porque así fue desde que el hombre
fue hombre y será hasta que
el hombre sea hombre.
Carloenrique
Pdt.: Ya que solo se puede publicar un poema por día, estaré publicando de esta manera cada vez que lo haga.
- Autor: Carlo enrique (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 8 de abril de 2012 a las 18:43
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 58
Comentarios3
Nada vuelve.
Y el hombre brindaba conmigo; su faz era oscura y entre sus dedos el fuego consumía el trabajo de otro hombre.
me encantó!!!
Belleza en sus letras un gusto leerle
Pues gracias a ustedes por darme su tiempo. Espero verlos siempre, yo también los veré; espero con ansias que me critiquen mucho.
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