La veo, regularmente de espaldas, no por ver su delicado trasero, sino porque cuando frente a mi se ubica, sencillamente desvío la mirada y me siento malo.
Luego la odio, y así de sencillo maquino intrincados laberintos de los que sus cabellos en tropel lívido y colgando su cuero ligero unas gotas aun rojas me sacan a paso ligero.
-Siento pánico.
Solía emitir frases cortas cuando nos encontrábamos y podíamos trabar palabras. Y es que dos personas de nuestra naturaleza no se conocen delante de la sociedad; dos seres de nuestra clase se resumen a interacciones, contradicciones de equilibrio y forma. Dijo eso cuando una vez me perdí en sus ojos y lágrimas brotaron de los míos cual niño ante lo aterrador que puede ser una casa vacía. Pero yo, definitivamente, no he olvidado las veces que estuve simplemente solo.
- Autor: Carlo enrique (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 18 de abril de 2012 a las 00:48
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 25
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios3
Un cueto interesante. Un abrazo colombiano.
Gracias! Micro; mínimo cuentillo. Gracias por el tiempo, pero ser leído y más aun comentado es un gran aliciente. Saludos desde Perú amigo!
UNA BELLA PROSA LITERARIA AMIGO
SALUDOS.
Me gusta mucho tu forma:
El párrafo, en prosa, con densidad poética.
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