MANTA
Un gran bostezo. Los brazos elásticos rozando el techo. Yermolai está sentado en su cama. El despertador marca exactamente las ocho de la mañana. Prende la radio, y sí: los tres “pips”. La señal horaria que marca la hora en punto. Los ojos se le empiezan a abrir de a poco. Con dificultad, los ayuda con sus dedos, con delicadeza, ve las siluetas, luego las formas, para al fin ver todo su mobiliario con exactitud. Ocho en punto, mira en su mesa de luz y el almanaque, vil e inamovible indica que es martes. Día totalmente sospechable por el ruido en la calle: día de feria.
Él tiene a la feria amaneciendo en su vereda. Tan solo con asomar su cabeza por la ventana le basta para ver al gordo que arma la carpa, a la vieja que chusmea el armado y los charlatanes que hablan de precios y calidad. Ruidos, voces, humo, olores, perfumes. Día de feria. Sin duda.
Yermolai no gusta del mercado ambulante, más bien tiene cierto rechazo y prejuicio. Prejuicio tan solo, porque nunca compró nada en la feria. Y los días en que ésta permanece en su vereda, no sale de su casa. Pero hoy, hoy está sintiendo un olor especial que no había percatado otros martes. Un pescado muy fresco pero… no común en las zonas pesqueras del lugar ¿Una manta birostris talvez? El tan solo sospechar que existiera esa extravagancia a metros de su casa, lo enloquece. Lo deleita. Lo tienta a bajar y probar inmiscuirse entre las carpas, lo tienta a disminuirse y mezclarse entre el enjambre de niños, viejos y charlatanes. Conoce mucho sobre especies marinas y es fanático de algunas. Conoce del buen gusto y del deleite con el buen sabor. No lo piensa más y decide comprar ese pez. Sí.
Termina de articular su cuerpo, acomoda la cama. Peina su escasa cabellera, hace muecas en el espejo y envuelve su piyama con una gran gabardina negra que llega casi a sus pies. En la mesita de luz descansa su radio, la cual toma y se la cuelga. Toma algo de dinero que saca del freezer y va hasta la puerta de salida, toma un sombrero de ala ancha y sale.
Miles de personas de un lado a otro. Ese aire lo abruma, pero esa manta birostris lo espera para el almuerzo. Empieza a caminar con cuidado, esquivando una a una a las personas. El olor viene desde el oeste. Empieza a caminar hacia esa dirección. El puesto del pescador está lejos. Las viejas lo pisan y no lo esquivan. Yermolai se enfada y gruñe en casa pisotón. Sube el volumen de la radio en cada pisotón. Le crispa los nervios la situación. Los verduleros gritan el estado y precio de su mercancía, mientras Yermolai piensa: “¡Qué mierda me importa, si yo quiero mi pez!” Apura el paso, pero sin perder un ritmo controlado. El fuerte olor es signo de proximidad. Se podría hablar de olor a victoria. Moviendo el cuello entre la multitud puede ver al vendedor de pescado atendiendo a cientos de miles de personas. Se agazapa en un rincón. Espera a que se despeje la zona. Pasan quince minutos y puede llegar hasta el pescador. Quedan diez clientes y Yermolai da un vistazo y ve a su pez. A ese pez que despertó su apetito en este día martes. Como puede se mete entre la gente y a la distancia le grita al vendedor: -Resérveme la manta-birostris. El vendedor apenas si lo escucha: -¿La manta de quién?. Una señora que está antes que Yermolai pide al vendedor el pez raya y se lo lleva.
Yermolai -No, no, no… ¿¡Porqué!? Yo se lo pedí antes, le pedí que me lo reserve.
Vendedor -¿Cómo señor? Usted pidió una Manta… ¡No sé qué!
Yermolai –Una Manta Birostris. Un pez raya… lo vendió. Me dejó… sin… mi… man... ta.
Vendedor –Y bueno señor. Déjese de embromar. Llame las cosas por su nombre, no me venga con cosas. Pez raya se llama. Usted pidió otra cosa, se embromó.
De alguna forma el extremo conocimiento sobre el tema lo dejó sin su almuerzo. Al ver que todo está perdido, no responde al vendedor de peces, da un giro y con la radio pendiendo de su cuello y con el volumen muy alto, regresa a su casa
Martín Vargues
- Autor: ramirofuentes ( Offline)
- Publicado: 28 de septiembre de 2009 a las 15:17
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 9055
- Usuarios favoritos de este poema: ramirofuentes
Comentarios6
Es un cuento... y está muy bueno!
Bella narración.
saluditossss
Es un escritor y artista bastante conocido en Uruguay, que bueno que les guste!!!
Vaya. Género: Cuento. Dale mis saludos al artista.
JUSTO ALDU
ja, la moraleja: el conocimiento debe servir para comunicar y no para confundir.
Hay que ser sencillos, pez de rayas no mas. Me gustaria leer escritus de tu autoria.
De paso me decis quien es ese tipo guapo de la foto, se parece al estereotipo de Jesucristo que tengo grabado en la cabeza, ha de ser por eso que le encuentro atractivo.
Martín Vargues, ese es el de la foto, es un escritor y artista conocido en Uruguay. Debe tener novia probablemente pero... probá si querés jejeje. Después busco más cosas de él. Beso Irmangeles!
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