Cuento "Sombras solamente"

"Sombras nada mas, acariciando mis..."
Y se calló, se cayó.
- Ah, coño. Se fue la luz...

Hizo una mueca con la boca, pronunció un chasquido y palmeó sus muslos morenos. nada debería interrumpir un bolero así, tan de repente y sin avisar. Sobre todo un clásico. Se calló esa voz tan sexy, tan varonil, tan provocadora. Se cayó el vaso de vino por el sobresalto. Ahora tenía la ropa de dormir mas húmeda y pegada a  su cuerpo. Un cuerpo digno de una revista pornográfica. Se sintió incómoda, el tren de sus recuerdos se paró en seco. Ahora tendría que levantarse de donde estaba tan cómoda.

¿Darse un baño? Lo ideal. El día había estado nublado, sobre todo al anochecer. Mucha bulla en la calle, mucho ajetreo. Y ahora ésto, cuando empezaba a soltar los nudos que se le habían hecho en la carne, cuando empezaba a soltar ya el lastre. Se preparaba para dormir y soñar con alguien con esa voz. Alguien que estuviera con ella en momentos como ese, en su apartamento. Alguien como para provocar celos en sus amigas, y le dijeran: "Maya, ese tipo es un mangazo. Préstamelo para el fin". Alguien así, por favor.

Maya se levantó a tientas. Sin dar un paso se quitó la ropa de dormir de florecitas y muñequitos infantiles embriagados por el vino tinto. La copa no se quebró. Hizo una nota mental para recordar que la puso debajo del sofá. La recogería luego. Cortarse ahora el pie sería la guinda del pastel.

Casi toda mujer desnuda, aunque esté sola, al darse cuenta de algo en el ambiente que la rodea, instintivamente busca cubrirse. Ella se cubrió los senos talla 38C con el antebrazo derecho. Algo la sobresaltó. No es que estuviese todo en silencio, nunca lo estuvo. Las ciudades son ruidosas y los apartamentos modernos tienen paredes y pisos que dejan pasar muchos sonidos, casi que los obligan a entrar. Pensó, tal vez sea la cháchara de los recién casados de al lado, expertos en hablar pendejadas. Inclusive hasta cuando hacen el amor de madrugada e interrumpen lo mas rico del sueño de Maya. Definitivo, para pasar con ella una noche de pasión en su apartamento, el hombre habilitado debía tener la voz profunda y ser inteligente. ¿Es eso mucho pedir?, se increpaba.

Una vez que la memoria le indicó el camino al baño, sintió una brisa fría en los pies. Era la puerta de su apartamento que estaba entreabierta. Escalofrío. Miedo. ¿Alguien la abrió? ¿No la cerré? "Coño, no debí enterrarme esas cervezas antes de venir". Ahora, ¿Qué hacer? ¿Esconderme hasta que venga la luz? ¿Y si me estaban viendo de afuera? Peor, ¿Y si se habían metido? Pero el alcohol que circulaba por ese cuerpazo disolvió la cobardía. Caminó hacia la puerta, la abrió y se asomó a ambos lados del pasillo. Pasado un rato en la oscuridad los ojos se acostumbran y se distinguen un poco mejor las cosas. No notó nada. la cerró suavemente.

¿Y ahora qué? Se dijo. Una mujer medio tensa, desnuda, con alcohol por dentro y fuera de su cuerpo, sola.
-¡Qué carajo! ¡Si me van a coger, que no me maten. Y si me van a matar, que no me cojan! Nadie respondió. Pasó un rato riéndose, orgullosa de su coraje.

Con un bate y su linterna se aseguró que no hubiera nadie escondido en su apartamento. Se prometió siempre cerrar bien la puerta al llegar de la calle, borracha o no. Tomó su baño. Un vaso de agua. A dormir. Había empezado a llover hace un rato y el calor de temprano amainó. En su cama, con otra pijama de florecitas, con una almohada entre sus piernas, que se sentía tan rico, empezaba a moverse, a fantasear y moverse. Qué rico. Quería una voz detrás de su oreja diciéndole: "Ponte, Maya" en un tono grave, imperativo, susurrante...

De pronto un ruido, un relámpago, aplausos, alegría en las calles. había llegado la luz.
Nada debería interrumpir una fantasía así, tan de repente y sin avisar. Sobre todo un clásico...