A Carlos Enrique
Te quiero los pechos dulces
y amargos
como Perú en la poesía de Vallejo.
Te quiero nana de mis manos convexas y bandera de la cara infinita.
Soy poeta, uno insalvable, niña, por eso te haré una tumba oscura
para que vengas conmigo, donde estoy todos los días
y donde he forjado un tiempo sin dignidad pero contigo fantasma.
Todos los adioses que se me hicieron callo son nombres-corazón de la agonía.
Todos los amores son el ataúd con letanía.
Te quiero, te quiero, en la hora del fuego
Te canto en el mar, en la playa, de Lima, en silencio
de desierto
de misterio
y sin acaso.
No dejo de querete, amor mío:
creciente del ocaso.
- Autor: Eduardo Urueta (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de mayo de 2012 a las 00:26
- Categoría: Amor
- Lecturas: 94
- Usuarios favoritos de este poema: PoetaTriste, Jose Monnin elpoeta, El Hombre de la Rosa, Insomnioptera, PETALOS DE NOCHE
Comentarios7
Bello amigo muy bien un saludo grande
Muchas gracias.
Recine un abrazo.
UN POEMA CORTO PERO CON MUCHO SENTIDO,SALUDOS.
Gracias por decirlo así.
Un abrazo.
Soy poeta, uno insalvable, niña, por eso te haré una tumba oscura
para que vengas conmigo, donde estoy todos los días""
Realmente muy bello amigo querido.
Un abrazo y muchos éxitos.
GENIAL POEMA DE AMOR Y DESEO AMIGO EDUARDO
SALUDOS
Esto es hermoso hermoso y hermoso!!
Ay, muchas gracias, amiga.
:D!
ahhh,
me pregunto cuánto has masticado el poema,
es tan sutil,
y
tan
sutil de nuevo,
es como alcanzar algo sin poderlo alcanzar; pero se logra alcanzar; quien lo alcanza es quien siente alcanzarlo.
Encontrarlo, y tomarlo, sentirlo y expresarlo
quizás recortado
pero sentido,
tan dentro
que las palabras
se albergan a sí mismas
y generan versos
tan acústico como la bóveda del pecho... de resonancia pura...
Genial!!!
No sé qué contestarte aunque quiero.
Muchísimas gracias.
Tú lo hiciste mágico.
Muchas Gracias Eduardo amigo; me has pintado. Me ha encantado sobre todo la referencia al vicio de Vallejo. Sería fabuloso si visitaras mi tierra algún día, llevarte a la sierra tendría un cúmulo de sensaciones, hermano, que son dignas de toda poesía; Vallejo mismo vivió en ella, pensó y poetisó en ella, y hasta París lo hacía añorar aun a su Rita de junco y capulí. Te estaré esperando, mis amigos serán tus amigos. Muchas gracias de nuevo que yo también quiero irme a tu tierra.
Muchas gracias por tu atentísima invitación. A mí me harán muy bien los días contigo en esa sierra que dices que si Vallejo le escribió seguro es "de otro mundo".
Acá también tienes tu lugar.
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