La hipocresia

En este oscuro rincón,

en el cual me hallo,

escribo estas palabras,

pues yo,

tan triste y desconsolado,

esperaba la piedad

de alguna alma que por aquí vagando,

daría consuelo a este corazón

de sentimientos tan faltos.

Pero veo,

que ni en la lejanía

yo aquí morir podría,

y dudo mucho que nadie

preguntara por mi salud y valía,

puesto que por lo visto,

cuando hallándome bien

para todo el mundo les soy recordado,

pero cuando frágil mi cuerpo

y mi alma se hallan

me encuentro como un arbusto tirado,

y es triste verlo así,

comprendan sus mercedes,

pero desearía saber que entenderán ellos

por amistad, hipócritas ignorantes,

descerebrados caminantes,

que mugen como vacas

buscando sustento como primates.

Ya he visto,

con que clase de individuos me hallo,

cada vez esta paradigmática enfermedad

de este siglo tan mal hallado

presume de nuevas victimas

y es falto decir,

que a vuestras mercedes,

os haya tocado.

No os apresuréis en responder

pues ya he visto lo que de mi padecéis,

y aunque deseareis una pronta respuesta mía,

ninguna de mis manos obtendréis,

pues nada tengo que deciros,

y no me vayáis con suplicios

porque caerán en vano,

dado que vuestro sincero silencio,

lamentablemente,

para nada me ha conmovido.

Yo marchare de aquí

como un exiliado,

cual en una absurda guerra,

de la cual sin gloria ni pena

mi honor ha sido mancillado,

pero no esperéis mi retorno,

dado que mi decepción

por este entorno

es tan magno.

Irrisorio decir seria,

que un servidor

a este lugar volviera,

después de sufrir tal agravio

difamaciones y críticas,

hacia su humilde persona.

Así que,

damas y caballeros,

al fin y al cabo,

animales rastreros

y embusteros,

un servido se despide

lamentando posibles

encuentros postreros

de los cuales

ya no atañen a mi persona,

y despreciando aquí,

cualquier arte o mala forma.