Gigantes de piedra se alzan
impidiéndome el paso.
No las puedo cruzar,
no las puedo atravesar.
No soy sino un humano,
y mi ser cansado está.
No me puedo devolver,
debo seguir mi camino.
Sé lo que atrás dejé,
y, entre lamento y lamento,
ninguna solución encontré.
Y por años esperé
a que pasara el tiempo,
y el tiempo destruyó a las montañas
en una de sus grandes hazañas.
Y una vez sin obstáculos
ni peligrosas alimañas,
pude continuar mi camino
buscando, por fin, mi destino.
Pero la espera había sido larga,
y no me quedaba ya mucho
tiempo de vida en el mundo.
Y con mi último aliento
llegué hasta el final,
y al final del camino
por fin encontré mi destino:
a tí, dulce muerte, terrible y mortal.
- Autor: Daniel... (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 22 de mayo de 2012 a las 19:47
- Comentario del autor sobre el poema: Es interesante que, a veces, desperdiciamos toda una vida por lograr algo. Y, al final, cuando lo logramos, nos damos cuenta de que perdimos muchísimo tiempo intentando algo que no valía la pena, que no nos va a llenar completamente.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 120
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