A veces el silencio, la distancia, lo incomunicado,
Mantiene la mente ocupada, -pensando, ideando-,
Juegos que el silencio clava, heridas falsas, (dadas),
Solo entonces recae el ánimo ¡como losa de concreto!,
Y brotan las lagrimas purpuras, pero sin sentido.
Solo por el destino, que empeña en alejar, separar,
Lo que por herencia divina, ya pertenece, como,
Otra parte, del mismo cuerpo, cercenado, (pero),
Que como brazo, es del mismo ser, (amalgama),
Que los corazones viven, cada vez al unisonó.
Es cuando en el mar del silencio, la soledad forzada,
Deja por momentos de sentir, el suave contacto,
Que la brisa marina, con envidia, me niega,( porfía);
Y encamino por la playa desierta, que sin paso ante,
Buscando en el horizonte, si ese susurro, ¡entre las olas!
Desafiando al destino, que los sueños en soledad, apresan,
Y con el arma del amor fortalecido, la sirena, tu canto,
De mujer enamorada, burla a los celosos pensamientos,
Y traigan reposo, a esa alma, que con esperanza, (espera),
El abrazo, y que da fortaleza, y, da aliento de lucha,( ¡y vida!).
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