Apaguen sonidos y déjenme su voz debajo de mi almohada, que no quiero llorar porque está lejos y no le escucho nada.
No me distorsionen mi silencio que nace desde ella,
porque es mío, mío y de toda ella
y gritaré de rabia si nadie calla.
Arránquenme ésta piel de frío
y tráiganme el abrigo de la suya aterciopelada con carne de amor.
No me arruinen esta noche clara que yo la quiero,
la quiero y me inunda la sed de su figura de mujer y ángel.
Ven a quitarme de la silla, amor
y báñame con tus manos de incertidumbre.
Aquí está tu corazón dentro de mi cuerpo,
se te ha entregado siempre,
pero tú que sabes si ha crecido dentro de mí.
Déjame observarte toda
mientras te vas llevando mi sueño
y el hambre que me reconoce como su hija.
Apaga la luz que yo puedo seguirte con la esencia de tu calor.
Déjame vertirme en el lagrimal de tu ojo,
y acércate a besarme porque estos labios necios están faltos de tus besos.
Es tuya el alma mía,
es tuyo el aliento de mi boca,
es tuyo mi suspiro del día,
este tuyo éste y el renglón que sigue.
Es tuyo el florero y mi corazón.
Tuya la simplicidad,
tuya yo.
- Autor: Dulcepena ( Offline)
- Publicado: 5 de junio de 2012 a las 01:41
- Categoría: Amor
- Lecturas: 116
- Usuarios favoritos de este poema: Dulcepena, Trovador de Sueños ...y realidades., Winda, Sergio Jacobo "el poeta irreverente"
Comentarios2
Tan simple: Exquisitas y hermosas letras. Saludos.
Simplemente buenas letras
Saludos
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.