Hay sueños que están creciendo, pero todavía
les faltan mucho para poder abrazar al cielo;
hay sueños que cuestan mucho que se pagan con
dolor en el alma, con sacrificio y sin mínimo esfuerzo;
hay sueños que son pequeños, sin embargo no se
intimidan ante los grandes sueños, y es que sus anhelos
son ser tanto iguales o mayúsculos a ellos;
hay sueños que van muriendo, cada vez que una lagrima
besa al suelo, y es que una minúscula gota de lamento
martiriza y ahoga también a los anhelos;
hay sueños que están naciendo y serán mucho más
grandes que los que van muriendo, y es que los
grandes sueños se alimentan de los sueños que mueren.
Hay sonrisas que ocultan el dolor que se lleva adentro,
sonrisas que son la mejor manera de combatir el suplicio,
sonrisas que regalan una expresión de ilusión aunque se
tenga las paredes del alma teñido de rojo aflicción;
hay sonrisas que devuelven la vida a los moribundos,
sonrisas que se enfrentan a la muerte, que le dan una nueva
oportunidad de vida al corazón, y que cuando llegan tarde
son como el electroshock, pues pueden provocar resurrección;
hay sonrisas siempre a pesar de los tragos amargos que se
consumen a diario, son escudos que amortiguan cualquier daño,
son el medicamento para el dolor y su producto el llanto,
son el empuje que drenan el dolor donde vive el olvido.
Hay sonrisas en los hombres que no creen que la derrota
en una batalla sea el final de su prolongada guerra,
porque si ellos lo creyeran ya estarían muertos;
hay sonrisas que saben a amargo, pero son estas las que vierten
valor al alma, y él con valor nunca puede perder la calma,
lo amargo no se extingue, pero se amengua;
hay sonrisas en la alborada que divulgan el ímpetu
para luchar en una ciudad alborotada, llena de filosofías
prostituidas pero eso sí muy bien remuneradas,
son sonrisas que mitigan la parcialidad del día a día;
hay sonrisas, hay opulencia de sonrisas, sonrisas que
son el candil que regala esperanza a los oprimidos,
sonrisas que son el manjar que deleita y baña al alma,
sonrisas que son la costa vista desde un madero que
naufraga en la viscosa y letal melancolía.
Hay una voz que entona el albor en silencio, es la
canción que pregona amor y perdón mientras se está
muriendo, es la expresión que amamanta al amor;
hay una voz que vive en el corazón, sin embargo no
nace en él, nos da la facultad de los sueños, por ello
muchos lo confunden con la ilusión, es ella mucho
más que todo aquello, es la entonación de Dios, es la
idealización que se materializa con su proclamación;
es el concepto que no muere, que no morirá con el tiempo,
vivirá si es posible vagando por el cielo, descansando sobre
las nubes, durmiendo cobijado por el viento en la cima de
los cerros, o quizás abrazando en cada noche al firmamento.
Hay una voz que nos hace creer en el cielo, que convierte
una piedra en corazón , que seca las lágrimas con un beso de
Dios, que vio crecer juntos de la mano a la ilusión con la razón,
y es por ello que se tiene esperanza en los sueños, que
meditamos y recordamos, y aunque al recordar puede
hacernos llorar, también puede hacer que logremos sonreír;
hay una voz que cuando se está muriendo, si no te rescata
de la muerte, te da el alivio y te otorga el perdón para que
puedas acercarte al redentor, esta voz si te rescata de la
no existencia después de la muerte, es pues aquella singular
voz muy análogo a lo que nos da el sol.
Hay una voz que no es un simple susurro en el silencio,
es la palabra que tiene vida propia, se propaga desde el
vientre de la tierra hacia el cielo y viceversa, y más aún
cuando el aire con sus corrientes se enfurecen y se elevan,
se calla por instantes cuando el viento ya no sopla;
hay una voz que no es el chasquido abrumador del silencio,
mas cuando calla parece que durmiera envuelto en el silencio,
podredumbre, iniquidad, nostalgia, sumisión y desamparo
reinan en su letargo como únicas formas de vida ;
hay una voz que despierta con el llanto abrumador
de un pueblo, con el clamor que viaja por el viento
advirtiendo que el dolor carcome el alma de sus
residentes que callan por temor a ser indigentes.
Hay una voz que cuando despierta, despierta con sus
máximas expresiones amor, valor, y que cuando es
necesario se pronuncia con sublevación, pues esta
prodigia voz es la concatenación de grandiosos
pensamientos, de hechos simples pero valerosos,
es la representación del enfrentamiento a pesar del
sufrimiento de hombres que aún viven y de muchos
que ya están muertos, muertos en carne, porque viven
durmiendo en el silencio, y despiertan cada vez que
seudograndes amenazan con llanto, hambre y sangre;
hay una voz que te dice que es amor preferir morir en
una situación en donde el ambiente del alrededor , en
cada infinitud, existe corrosión; es esta voz que si no te
induce a preferir morir, solo para aquel que ya entregó
todo para poder vivir, te induce a seguir pero a la revolución.
Hay vida después de la muerte para los que constantemente
luchan limpiamente, aunque teman, y es que mientras más
luchan cada vez temen menos, cada vez crecen más sus egos;
hay vida después de la muerte para los que no comparan las
riquezas materiales con las riquezas espirituales como la
virtud y el honor, y es que el dinero no le brinda valor al corazón,
pues se puede comprar un ideal, pero jamás a un corazón;
hay vida después de la muerte para los que pagan su resurrección,
el pago es el más cómodo, puede ser con sangre y dolor, con
lagrimas o con el perdón, pero más que todo con el amor que
nazca del corazón y que se exponga a nuestro exterior;
hay vida después de la muerte para el hambriento que regala su
poco pan al que está muriendo, y es que la pobreza no es
justificación para no cumplir con lo que manda el redentor, el
mandato es simple pero de consideración, amar si se tiene corazón,
hay vida después de la muerte para aquellos que mucho tienen
y mucho comparten con los que mucho, poco o nada tienen, y es
que la inmortalidad es sobornable y se la puede comprar, pero
solo cuando las acciones, aun siendo simples pueden ayudar,
enderezar y/o hacer crecer a un ideal.
Hay sueños que nunca mueren, que aunque tocan el cielo,
siempre regresan a tierra, ellos pueden tocar al cielo las veces
que quieran cada vez que besan al suelo aunque no quieran,
y aunque el camino siempre varia, siempre llegan a su meta;
hay sueños que cuando no mueren se convierten en parte de la
excelsa voz que entona el albor en silencio, en aquella portentosa
voz que clama perdón mientras alguien está muriendo;
hay sueños que como el canto de un gallo, aperturán un
nuevo día de lucha y esperanza, esperanza que cuando se
pierde acobarda al corazón y enluta al alma, y es que los sueños
son la la esperanza que viaja de boca en boca quitando lo amargo
de las sonrisas, éstas así cambian el dolor por la alegría, transforman
la agonía en un ejemplo de vida, son la mano extendida al que está
caído, regalan amor al que esta acongojado, son el laurel y dan las
gracias a aquel que estando herido sana de otros las heridas.
Hay sueños en la alborada que son pura energía, y que como
toda clase de energía, ellos se transforman,
sueños en amor, cuando dos amantes caminan juntos hacia el cielo,
sueños en calor, cuando un infante vive en la gloria en el pecho de
su madre, o cuando es abrazado desde el vientre de su madre;
sueños en ilusión, cuando un pajarillo con su sublime canto
pretende cortejar y enamorar al sol,
sueños en convicción, cuando un humilde hombre lucha por
la obtención del pan diario,
sueños en corazón, cuando un maquiavélico desdeña de su
astucia que le causa y causa tanto daño,
sueños en ingenuidad, cuando un niño está seguro que con
un con un te quiero se acabaran los problemas del mundo,
sueños en heroicidad, cuando un hombre no solo rompe sus
cadenas hacia la libertad, sino también cuando lucha e
intenta liberar a todos los demás.
Hay sueños en la alborada que rechinan como una alabanza,
cantan amor y también nostalgia,
hablan de unión aunque hayan muchas discrepancias;
hay sueños en la alborada que calcinan a la ignorancia,
matan a la envidia y también a la arrogancia,
son verdugos del infortunio y de la desgracia;
hay sueños en la alborada que resguardan a un mar
de almas, rompen cadenas en cada ola de esperanza,
forman alianzas con la paciencia y la perseverancia,
hay sueños en la alborada que viven con las nubes
sobre las montañas, viajan con ellas en busca siempre
de la calma, son la lluvia que baña todo corazón
en cada noche o en cada mañana.
Hay sueños en la alborada que vigilan los objetivos
de cada persona, pues sus progresos son su esperanza,
sueños que son como la bruma que rodea a un dedo
colocado recientemente sobre agua estancada;
hay sueños en la alborada que a la muerte, conocida
comúnmente como el adversario más misterioso,
implacable e inevitable del hombre, hace que pierda su
representación, mas le da una nueva interpretación,
el término de la vida y el comienzo o puerta a otro tipo
de vida, vida de perpetuidad con gloria y sin petulancia;
hay sueños en la alborada que se pueden percibir de
manera natural, a través de la vocalización de la palabra
valor, en la entonación de una canción de amor, al mirar
en cada noche el idilio entre el mar y la luna, al cambiar la
hostilidad por la tranquilidad y/o al mirar la belleza del infinito;
hay sueños en la alborada que son como las estrellas en
el firmamento, son el pasado que podemos ver en el presente,
son el presente que podrá ser visto en el futuro.
Esos sueños son el legado que vive en nuestro impetú,
en nuestro nuestro corazón y por ende en el alma,
no hay indigencia ni desesperanza solo desconocimiento
en aquellos que no buscan o aún no encuentran el alba.
- Autor: willy (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 8 de junio de 2012 a las 02:37
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 177
- Usuarios favoritos de este poema: Trovador de Sueños ...y realidades.
Comentarios1
Una alborada llena de sueños tus exquisitas y vitales letras, un gusto leerte. Bella reflexión.
...Y saludos
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