El cielo esta gris, como si las nubes en algún momento comenzarán a romperse a llorar como si no quisieran parar más, estaba angustiada, no puedo negarlo, cada paso que daba era una tortura y los nervios me consumían mientras me ocultaba más en mi kilométrica bufanda celeste con pompones, froto mis manos y las oculto en los bolcillos de el poleron que estaba llevando ese día, mala elección tal vez, pensé fugazmente mientras me dedicaba a mirar el cielo, llovería de regreso y seguramente me resfriaría… estaba sola y nadie para cuidarme- Genial- susurré con sarcasmo mientras apuraba el paso, cuestionándome él porque estaba haciendo algo como aquello en un momento como este – Impulsos- murmure mientras me dedicaba a ver el pavimento, antes de comenzar casi a correr por las calles, escapando de algo que no sabía que era, pero que seguramente me encontraría prontamente si no comenzaba a correr como desaforada.
Saco un papelito ajado del bolsillo, lo estoy apretando firmemente sin dejar de caminar por las calles de la pintoresca ciudad, leo muchas veces la dirección anotada ahí y lo vuelvo a releer, como si algo no cuadrara bien, se queda mirando el número de las calles como si estuviera atontada y negando muchas veces –No espera tiene que estar por aquí- Susurra muy bajito de manera casi imperceptible mientras se da vuelta con decisión y comienza a buscar la calle número veintisiete- Es el veintisiete…- agrega sin dejar de mirar el papel- el veintisiete- susurra volviendo a la realidad de manera súbita.
En Berazategui es invierno, hace mucho frío a esas horas de la mañana y por suerte no cae bruma, hay viento y las copas de los arboles lejanos se mesen al compas, sumisas danzando, las hojas de manera delicada con el viento. Las calles son grises y algo sombrías, debe ser el cielo, aquel gris que amenaza con desatar la tormenta, choco con alguien en ese momento, tan compenetrada en mi búsqueda que no me doy cuenta, pero son sus ojos los que me miran, y es su voz la que me habla, estaba con esa con la que siempre anda y que en algún momento deteste. Estaba frente a ella, mirándole a sus orbes claras y escuchando su voz dulce y tierna, mas solo soy capaz de darle una respuesta torpe por mi descuido, aun sorprendida, ocultando rápidamente el papelito desgastado con aquella dirección, reitero la disculpa volviéndome torpe de repente y desorientándome de manera repentina, el mundo de vueltas y nada parece estar quieto en su lugar, realmente no soy capaz de pensar en otra cosa que no sea salir corriendo en dirección opuesta, aunque mis pies no obedecen a aquel primitivo instinto y mis ojos no dejan de observarte y ahí estás tú quizás algo incomoda ante tan fija mirada – Lo siento – susurró cuando soy lo suficiente consciente de mi misma, fue un murmullo bajo apenas audible.
Hace frío y yo, ya estoy caminado de vuelta de vuelta, miro el cielo y es gris… pronto lloverá, estoy segura, aspiro el olor de la ciudad antes de alejarme con destino a Buenos Aires. Sonrió de manera triste pero lo hago, es la primera mañana que desperté y estabas ahí, y aunque después de la última vez que te bese y que me miraste a los ojos con amor han pasado años, esta mañana, en este frio desperté y no estabas lejos, te vi por una primera y última vez. Porque luego de que han pasado los años y en mis sueños te he buscado, hoy… solo por hoy al fin te encontré.
- Autor: Ment-Enferma (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 11 de junio de 2012 a las 03:20
- Comentario del autor sobre el poema: Simplemente te vi...
- Categoría: Cuento
- Lecturas: 260
Comentarios1
Hermoso y contundente letras las del hoy.
Un gusto leerte.
Saludos en la distancia.
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