Ligazón de vida

 

Podría un horizonte alimentar a tantas sendas,

que nunca sobrará ninguno de los versos se escribieran.

Aun mucha poesía faltaría, 

que al contarnos, explicara y respondiera,

a enigmas y emociones, y al sentir

que en la tierra, como hombres mortales se acarrea.

 

 

Siempre faltarán poetas que describan,

cuales cerca de ser magos conviertan;

la sal en golosinas,

el carbón en diamante,

y en luz la oscuridad;

el sabor más amargo que nos llegue, 

en un plácido néctar concedido,

dado por la escritura.

  

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Porque celando mimas

encariñada el vocabulario.

Y bien sabiendo extraer su savia,

conjuntas y unificas,

todo el largo y ancho de la vida,

al diestra podar su árbol.

 

 

Maleable invertebrado;

tu ser, asido al lenguaje:

expresión fértil, bendita.

Tus ramas brindan la sombra,

alimentan con sus frutos,

restan el hambre ceñido;

al rudo sol del verano.

 

Porque es contigo,

que soy capaz de ver

los campos llenos;

fuentes lumínicas

y, esquinas repletas de traiciones.

Caballos y asnos,

la coz y el trote.

Semen y balas,

cardos y flores.

Porque es junto a ti cuando puedo oír;

la estridencia del tren,

los silbatos y ruidos,

leves crujidos,

banderas ondear,

y hasta mudas canciones.

 

 

Porque es contigo

que ordeno sones,

esclarezco resumiendo asuntos,

y por supuesto, también reconozco;

la dúctil verdad que emana

desde el fondo más hondo,

de las entrañas,

desde las emociones humanas. 

 

 

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Poesía contienen los ojos de un niño,

el brillo hondo que transpiran.

Poesía en las lágrimas que envuelven el desamor,

que guardan el adiós, lejos de despedirse.

 

 

La poesía está sujeta al pensar y al acto,

al respeto y al diálogo.

Poesía es hablar cuando suenan los gritos.

 

 

Poesía en el frío filo de un puñal,

en el frágil aroma de la rosa,

o en el recuento cuando se deshoja,

la fortuna de amar,

en el haz y el envés de blanca margarita.

 

 

Poesía anudada al orgasmo vital,

en el nacimiento y en la resurrección,

junto al grito y al gemido,

adosada a la sangre como al llanto del parto,

arrimando su hombro

frente a la escopeta,

mientras ésta se carga y dispara, en el paredón,

ante lombrices, tumbas y guadaña.

Sostenida en el suspiro que imagina

y en el tacto rotundo que conmina,

a los instintos para que investiguen.

 

 

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Expresa musical su arte y liturgia,

ya fuera alegría o tristeza quien conversa,

asume las sonrisas y los llantos,

la juventud y arrugas ensambla junto a letras.

 

 

Cuánto llega a abarcar la poesía,

cada ínfimo detalle ella recoge,

cualquier tema engrandece embelleciendo,

con la gracia precisa que fiel es a su estoque.

 

 

Mantiene su vibrado;

en plena adolescencia al corazón romántico,

y la sed del artista calma,

tras deshielo prolífico, tal, como primavera,

que elevando el caudal de los lagos y ríos,

con el agua nacida en el curso de ciclos,

fluyendo, siendo fuente; acoge sentimientos.

 

 

Cuando expone endulza amarguras con su enfoque,

es eficiente antídoto

cual veneno combate,

y hasta parece que ama todo aquello que odiare,

al labrar las ideas,

ajustándose al brío que ordenando responde.

 

 

Proteja tu voz siempre a mis sueños,

en tu lucidez se confiese;

tanto el antojo real; como el sentir plebeyo.

 

 

No le seas infiel a mis musas o letras,

despliega tu grandeza y hermosura,

convirtiendo en riqueza el polvo que es pobreza.

Con hábiles versares que instrumentan

al son de seductores timbres,

y que sostienen números al invocarse acentos,

así sonando a cálido y equilibrado concierto.

 

 

Sobre la poesía reposa; el cielo, el hombre,

la tierra y la madera, la luz y las sombras,

la pluma y el plomo,

cada pellizco de aire,

el soplo de sirenas,

cuales cabalgan entre los adornos del mar.

 

 

Revisan, los poemas, por entero la vida,

la poesía teje,

cosiendo a la palabra los mudos silencios.

 

 

En un poema se liberan los movimientos,

se rompen ligazones, ataduras.

La poética suena como frescos murmullos,

que cercan con acierto melodías.

Portando aquellos cánticos

que subliman al hombre,

lo enlazan conjuntándolo,

con un halo que nunca lee discriminando;

ni a la esencia fatal más demoniaca,

ni al espíritu que se congratula,

con dioses y ángeles; en lo celestial.

 

 

318-omu G.S. (Bcn-2012)