Fernando

Eduardo Urueta



Si logras ver

a través de la niebla

que hoy inocente presente es una secta puta

con capital en la hoguera del amor perdido

y sientes que por posar los ojos en mí

la vejez te resguarda en mi hálito

es que viste también las brasas de mis sueños:

sueños pulpa

sueños ombligo

sueños multitudes

sueño de mi sombra y su contorno.


Ay, muñeca desposeída.

Ay, brazo acostumbrado.

Ay, Coyoacán enarbolado en mi presente

e Hidalgo hincado en mi nostalgia de página amarilla.


Como la danza

es también mi cuerpo

una plegaria al golpe ese que resguarda el ritmo justo

y el sonido seco que despierta a la ofrenda de mi corazón

y vacila en lo efímero para volverse infinito en la memoria.

 

¿Vislumbras la lumbre y el peso de mi guerrera sangre?

¿Y ves que mi ombligo es el centro que no podrás deletrear nunca?


Tu suerte no está echada, ni la mía,

ascenderemos y descenderemos

cuando lo deseemos tanto que los ojos pierdan su órbita

y la concedan a la virtud de desaparecer

o aparecer

según lo ansiemos en el puntual sentido

así

náufragos o natas, seremos, incrustados en este tiempo.

 

 

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