Aun no sé que es lo que a ti te puede doler mi ausencia,
nunca diste respuesta a mis reclamos,
a mis gritos y mis ruegos,
a mis noches de dolor.
Te marchaste ofendida, o fui yo quien se ofendió.
No importa,… el resultado siempre es igual.
Al final los dos estamos tristes, con el corazón vacío
y un nudo oprimiendo la garganta.
Llenos de coraje nos creemos humillados
y no nos atrevemos por una vez dar marcha atrás.
Somos necios, tercos, tontos.
Ninguno queremos dar nuestro brazo a torcer.
A nosotros nos ha unido mucho más que mil lunares,
mucho más que mis poemas, mucho más, mucho más.
Debemos de saber que nunca es tarde para retroceder.
Que no hay mayor estupidez
que no querer reconocer que ambos actuamos mal.
Podemos entendernos, podemos intentar.
Seamos francos, seamos justos, tú me amas, te amo yo.
¿Que hace falta que nos pase?
Si es esta la voluntad de Dios.
© Armando Cano.
- Autor: Armando Cano (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 25 de junio de 2012 a las 18:47
- Categoría: Triste
- Lecturas: 493
- Usuarios favoritos de este poema: Diluz
Comentarios3
Espero que ella sea humilde y abrace tu mensaje con una nueva bienvenida a tu amor.
"Llenos de coraje nos creemos humillados
y no nos atrevemos por una vez dar marcha atrás.
Somos necios, tontos, tercos.
Ninguno queremos dar nuestro brazo a torcer."
Una conducta humana tantas veces repetida, algo que no debiera suceder, pero así somos los seres humanos. "necios, tontos, tercos." aunque también es bueno defender nuestras convicciones, con amor creo todo es posible de subsanarse.
Muy bien expresado tus sentimientos en un bello marco poético.
Con placer de haberte leído.
Diluz
Gracias!!
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