En la foto el CIUDAD DE MONTEVIDEO anclado frente al
salon de pasajeros. También se ve una formación de
de vagones de tren a la espera de recoger pasajeros,
proveniente de la estación Central cercana al puerto.
MI BARRIO TAMBIEN FUE UN POEMA
(LA COMERCIAL)
Crecí en un barrio, con bajada hacia el "Río de la Plata",
un barrio de silencios, pero lleno de característicos sonidos.
Sus casas bajas, de un solo piso, no atajaban los ruidos,
viajaban sin obstáculos, se escuchaban las estridentes
bocinas de los barcos entrando o saliendo del puerto.
El primer sonido, proveniente de este, se escuchaba
a las siete de la mañana, era el (vapor de la carrera)
el Ciudad de Montevideo o el Ciudad de Buenos Aires,
entrando a muelle, que a las diez de la noche
volvería a zarpar hacia la otra orilla del Río de la Plata.
Casi pegado, estaba la estación terminal de trenes,
en su constante ir y venir de sus formaciones
nos enviaban el silbido de las locomotoras a vapor,
viajando libres, alcanzando distintos barrios de Montevideo.
Otro de los sonidos que nos acompañaban a diario,
provenían de los cuatro motores de los hidroaviones,
que en sus distintas frecuencias de ida y vuelta a Buenos Aires
buscando las aguas de la bahía, acuatizaban frente al cerro.
Casi acariciaban los techos de nuestras casas,
¡tan bajo volaban!! que alcanzábamos a ver los rostros
de los pasajeros. Hasta el tan tan de los tranvías,
llegaban a nuestros oídos que decir del campanario de la iglesia
de La Merced, llamando a misa.
Eran épocas en las cuales no existían las grandes superficies
o supermercados barriales, solo pequeños almacenes.
instalados en distintas esquinas, donde el vecindario se proveía.
Traían también sus sonidos, un mercado paralelo compuesto
de vendedores ambulantes, que no eran casuales, sino de todos
los días, el verdulero, con su carro tirado por un caballo, al cual
conducía, caminando a su costado llevando en sus manos
las riendas, pues no convenía subir al pescante, para bajar
cada pocos metros. Pregonaba su oferta del día,
"duraaaaazno a cuarenta el ciento", ¡ se imaginan!!, ¡cien duraznos
por cuarenta centésimos de peso!!! por supuesto, nadie compraba cien,
¿donde los ponían? en esa época muy pocos tenían un refrigerador.
El panadero, con su jardinera de grandes ruedas de acero,
sonaban fuerte sobre el empedrado de la calle, acompañado
por los cascos del caballo, que con sus herraduras,
sacaba chispas sobre los adoquines.
El carro repartidor de hielo en el verano, el Frankfutero,
el vendedor de pizza y fainá, el barquillero, el manisero
el afilador, casi todos inmigrantes Españoles e Italianos,
personas de bién, que contribulleron a formar nuestra identidad,
todos nos traían sus sonidos particulares.
Más luego venían los sonidos del carnaval,
mi barrio, era el que mas tablados tenía,
donde las familias se reunían noche a noche,
a disfrutar de las murgas y distintas comparsas,
desparramando por el aire sonidos de bombos,
platillos y tamboriles.
Eran épocas de casas con puertas abiertas todo el día,
sin miedos, sin rejas, con balcones luciendo macetas
de encarnados malvones, de sentarse por las tardecitas
de verano a tomar mate en la vereda, charlando con algún vecino,
y disfrutar un barrio de silencios,
pero lleno de caracteristicos sonidos.
En homenaje a mi viejo barrio de la Comercial
Nicolás Ferreira.
- Autor: Nicolas Ferreira (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 22 de julio de 2012 a las 00:12
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 123
- Usuarios favoritos de este poema: Trovador de Sueños ...y realidades., Hugo Emilio Ocanto, zarita
Comentarios6
Bello reflejo de una ciudad viva descrito en bellas letras
Acabo de hacer un viaje en retrospectiva de tu amada tierra y por ende tu barrio de silencios, fue tan vivido el paseo que aún se siente el hidroavión y los barcos, el tranvía, los pregoneros, etc. Lo que mas me llegó al alma, fueron las puertas abiertas de las casas, la tertulia, el carnaval. Sabes hermano, de manera diferente, pero con la misma intensidad, sin tantos ruidos, sin el río tan cerca, sin tranvías, -los aviones- no hidro, los viví, de niño, nos dejaban en la puerta de la casa -eran todos de madera y sin rejas y algunas sin cerraduras- abiertas, la leche fresca recién ordeñada en la madrugada y el pan, solo eso nos hace diferentes, los sentires son los mismos. Gracias por compartir, tan bellos sentimientos por una ciudad por un barrio, por una vida, -esa cambio tanto que ni la reconocemos-
Abrazo grande de hermano a hermano.
Her mo sí si mo Don Nicolas....espero que su recuperación sea pronta.
Abrazitos
Bellas letras
Saludos
Sr. la verdad no comprendo eso de (MMM) (OH). Si es una critica, le digo que no la entiendo, pués la critica es OBJETIVIDAD MAS HONETIDAD y esto carece totalmente de ambas. Yo solo critico lo mío, pues no me siento capasitado de hacer algo que no se.
Lo saluda un ignorante, que tiene respeto por los demás.
recuerdos de tiempos que no volverán me gustó su descripción de su vieja Ciudad,saludos
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