Hoy soy otro.
Un yo diferente a los otros yos que he sido.
Acaso muy distante del que fui ayer,
Pero más o menos parecido al que vendré siendo mañana.
Porque me ha bastado una mirada para comprender que no se puede ser el mismo siempre,
Que las máscaras son más livianas y pesan menos que la misma piel.
Que nos carcome la hipocresía,
Ese burdo insulto que prodigamos hacia nosotros mismos,
En una aparente retribución de cordialidad.
Quiénes somos, acaso, para escupir nuestra integridad ante los otros,
Como si fuéramos los condenados de un eterno martirio,
Los Sísifos inmortales, empujando una piedra más pesada que nosotros,
Afuera de la caverna de Platón, donde están todos reunidos,
Esperando ver nuestra sombra proyectarse;
Sin atreverse, siquiera,
Por miedo a que la piedra ruede sobre ellos,
A mirar nuestros ojos verdaderos.
A veces basta con una mirada del mundo,
Pero, también,
a veces no basta con mirar al mundo con los ojos perfectísimos
De la verdad y el encanto, para saber
Que la verdad es la piedra que siempre se puede partir en pedazos,
Que los otros de hoy no serán los de mañana,
Y que ya por esta hora,
He perdido un yo mismo, inevitablemente.
- Autor: Christine Dollanger (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 22 de julio de 2012 a las 14:24
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 117
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