Dádiva inexplicable,
Tímido bálsamo epicúreo
Que en huida embalsa la sangre,
Embriagándola en dulce sapidez.
Hidrópico de ti,
bebería los mares si naufragara
en tu boca,
me perdería en
las ventanas que dejas
abiertas,
proponiendo fogata y moqueta
volviéndote altar,
donde enciendo mis deseos
como velas.
Donde emprenden vuelo
Estos ciegos sueños,
sobre el ocelo de mis alas,
Apareces a tientas,
Ocultando fanales,
Susurrando al oído,
Haciéndome contar los
Segundos en el abalorio
De mis días,
Te desvaneces en sigilo,
Me dejas colmado, me dejas vacío,
Intento atraparte en mi mundo
perdido,
Pero me pierdo en el tuyo,
Soy tronco atónito en el álveo de tu río,
Te nombraré cien veces,
Pero esta noche callaré doscientas.
Besando en hipnotismo la
Mordaza que sosiega mi albedrio.
- Autor: chrix ( Offline)
- Publicado: 1 de agosto de 2012 a las 02:08
- Categoría: Amor
- Lecturas: 23
Comentarios1
Si el sosiego, si el albedrío, si soledad, si el beso.
A todo una afirmación positiva de que el dulce recuerdo al que atribuye este poema debe permanecer a su lado entre tanto su recuerdo también lo recuerde.
Un abrazo.
Madame Shalom
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