En un mullido estante yacía la muñeca
con una corazón de tela, muy acolchado.
Sola y distante su rostro era una mueca
con facciones tristes y gesto de enfado.
Empolvada por el tiempo, abandonada;
las inmóviles pestañas no muestran vida.
Entre tantas muñequillas afamadas,
la pobre marioneta se sentía desvalida.
Una mañana en navidad llegó una pequeña
tocando puertas para pedir unas migajas;
llevando los recuerdos atrás, la dueña
recordó la figurilla de mirada cabizbaja.
La visitante con semblante de alegría
recibió muda el agasajo con ingente prisa.
Presurosa salió con el obsequio en cortesía;
tras inclinar la cabeza con señal sumisa.
En el retorno a casa, acarició los hilos
y con detalle, acicaló un poco la camisa;
miró con sorpresa y ánimo tranquilo
la muñeca de trapo tenía una sonrisa.
- Autor: joblam (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 1 de agosto de 2012 a las 10:59
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 51
- Usuarios favoritos de este poema: monsieurlazo, alicia perez hernandez
Comentarios2
de la soledad a la vida...tan magico como divino que alegra mi otoño. te dejo un abrazo a orillas de tu vida.
Tu visita es una agradable compañía. Un gusto tenerte aquí. Saludos.
tristes versos,
bello relato,
aveces queremos deshacernos de los recuerdos,
cuando estos permanecen y nos hacen revivir los momentos
un placer leerte!!!
saludos
Los recuerdos están siempre ahí y en alguna ocasión, emergen como una vorágine. Gracias por el comentario.
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