Así como quien infla un globo, Inflé un pequeño mundo con mi aliento
y lo sostuve en mi espalda como los viejos elefantes de la antigüedad.
Traje la luz para ti y lo llene todo del amor más puro y sin maldad,
aunque me traicionaste no guardo resentimiento.
La naturaleza femenina a veces se revela indomable
es egoísta a veces, caprichosa, disfrazada de lo amable,
aun en el mejor esfuerzo no quedara satisfecha su obsesión.
Comprendí: Dejémosle la creación y los milagros a Dios.
Miguel Eduarte
- Autor: Calvito (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de agosto de 2012 a las 02:40
- Categoría: Amor
- Lecturas: 53
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios3
Exelente, me gustó, amigo Miguel
fuerte abrazo
bambam
Gracias caballero por su comentario, es un honor que halla dedicado un espacio para detenerse en mis humildes letras
Que hermoso, si, a veces pensamos en crear nuestro mundo imaginario de perfeccion, pero al final se derrumba la fantasia y se vuelve a la cruel realidad que es la vida!
Saludos! ♥
Muy cierto pero como somo creados a imagen a semejanza de Dios, tenemos la capacidad de amar mil veces si así lo deseamos, el amor es infinito, el ser humano es quien pone los limites. Gracias por tu tiempo y tus letras. Un abrazo
Muy buen poema has escrito amigo Miguel, me gustó.
Saludos de amistad
Es todo un honor que haya dejado su huella en mis letras, y su tiempo, es merecido. Gracias.
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