Ahora que no volverás
has hecho de este sitio otoño,
de mis pelos hojas caducas,
de mis brazos ramas
que al suelo dan a parar.
De mi cuerpo has hecho calle,
y tus caderas hacen de farola
y me alumbran
o sombras dan.
Ahora que no volverás
todo este otoño vino con su frío
y tu aliento ¡qué aliento!
ojalá fuese el dulce, chirriante viento
e hiciera de mis aceras
y piel
escultura que tu aire pule.
Ahora que no volverás
has hecho del otoño eternidad:
mantendrás este triste, feo marrón,
con su triste imagen y figura
un paisaje perenne: soy otoño.
Pero así consigo habitarte.
¡Y rabio! ¡Cómo no voy a rabiar!
Cómo puedo habitar en la eternidad
yo, sagrado otoño, si no tiene cifra,
si la eternidad no puede encerrarse,
pero si dar forma: tus ojos
marrones, como el otoño,
y tu otoño se lo concediste a él:
moreno,
como tu otoño o eternidad: tus ojos.
Ahora, postergado,
solo estoy destinado, abandonado,
a recluirme en el frío de tu invierno,
tu adiós de ahora.
Ahora que no volverás.
Ahora que tu otoño
es su piel
y sus hojas caducas
tu cabello
en su torso desnudo.
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