Desde hace mucho que no se reconocía a sí mismo,
los años no en vano habían transcurrido,
los grilletes de su voz en un hablar tardío
ya no sonaban como su antiguo poseedor baldío.
Sus palabras compañeras viajeras,
resucitaban de su boca cuales ideas,
su barba flaca cabalgaba con su alma a distancia,
su sonrisa cansada sus atardeceres alegraba.
Caballero emblema que infinito vuelas,
enseñanza viva de valentía e hidalguía,
te escurres entre las letras que evocaron tus hazañas,
te duermes despierto en sueños de lozanas montañas.
Estoico semblante viejo y oxidado,
ama la vida como ninguno,
se entrega excepcional,
su lucha sin fin, su prestancia maltrecha sin igual.
Héroe asesino de déspotas y aspas inquisitivas,
de imperios cubiertos de egoísmo,
amigo de la amistad, amante de la sinceridad,
errante sin destino, jinete coraza del malherido.
Fiel estricto al compañerismo,
no se reconocía a sí mismo,
su coraje vestido de armadura se marcha al son del galope,
Rocinante lo transporta a la inmortalidad,
a la vida y a la muerte para su estrella alcanzar.
Quijote inmenso, Quijote inmenso, Quijote inmenso,
sin comparación, tu cruzada añorada canción,
vuela ídolo mío, vuela lejos, vuela conmigo,
vuela tan lejos con tu lanza atravesando el sonido.
- Autor: Mandril (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 14 de agosto de 2012 a las 21:20
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 64
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.