Que ninguno reduzca sus lágrimas de acero,
que exhiban las guadañas el brillo de la muerte,
que las aplanadoras se eleven y rescaten
del olvido, el deceso absurdo del diccionario.
Que nadie modifique las calles, los acervos,
ni las luces o sombras de las mentes perversas,
para que todos lloren la impronta innecesaria,
de los cuadros hostíles, que presenta la vida.
Que jamás la justicia se incline ante los bífidos,
rastreros y traidores, que encierren tras las rejas
a los viles, que lustran con sus lenguas indebles
las aceras impunes de “dioses” terrestres.
Pero que nadie diga que no ha sido advertido
a burlar los vocablos, a plantar estandartes,
a pregonar los sueños y a iluminar las mentes,
que no digan que nadie, se lo ha manifestado.
Sandra Ignaccolo.
- Autor: Sandra Ignaccolo ( Offline)
- Publicado: 17 de agosto de 2012 a las 13:01
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 109
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios2
No diré nada.
24noviembre.blogspot.com
Gracias por tu vista Rafael, saludos 🙂
Que ninguno reduzca sus lágrimas de acero,
que exhiban las guadañas el brillo de la muerte,
que las aplanadoras se eleven y rescaten
del olvido, el deceso absurdo del diccionario.
Bello poema has escrito amiga Sandra tienes el don de las letras, un plkacer leerte
Saludos de España
Muchísimas gracias por venir y tomarte la molestia de leer mi poesía, te mando un beso enorme, el placer es mío.
San.
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