Cuento del mañana

Una noche cálida me senté en el sillón del living a leer un libro del que ya no recuerdo mucho. Entre líneas mis ojos se cerraron y a poco de comenzar mi lectura, me quedé dormida. Soñé que me encontraba en un lugar extraño, hermoso, lleno de flores, fauna y un cielo despejado. Allí, la belleza natural del lugar no opacaba mi sensación desorientada y algo temerosa, no conocía ese sitio y no podía ver señales de humanidad cerca de mí, por lo que decidí caminar en busca de ayuda. Recorrí el lugar de punta a punta, grité por horas "¡ayuda!" pero nadie respondió. La soledad, ya se volvía desesperante y si bien tenía todo lo que había soñado en este pequeño territorio, entendí que las mil y un vez que deseé soledad, en verdad no sabía lo que estaba buscando. El cansancio me desbordaba y se acercaba la noche, mi desesperación crecía con el correr de los instantes, me limité a rezar, pedí por mi familia, por mis amigos, pedí perdón por todos aquellos que me buscaron y no lograron encontrarme, sentí un arrepentimiento inmenso por todos los instantes al abrigo de mi hogar no supe disfrutar, por todas mis ausencias y enojos, pedí un segundo para despedirme, para disculparme, un último abrazo.

Abrí los ojos y mi filosofía ya no sería la misma, entendí que no existe el mañana, que hoy es el día para actuar, para luchar, para amar. Miré al cielo, agradecí, encomendé al mundo y creanme, sentí que por un instante ínfimo, todos los seres de la tierra se sintieron bien.