La cúpula celeste luce sobre la tierra
con un sol de mediodía y estrellas de la noche,
y bajo una nube de fresco rocío,
se festeja el misterio entre magos y videntes,
con mitos religiosos y pasajes históricos,
y encrucijadas ancladas en mitología y tópicos
anclados en la sencillez de esta sociedad
extraída de un cuadro de realismo estático,
tan ancestral como la espuma de mi atlántico,
y tan dulce como la miel de mi suave tierra…
Y puede que sea el momento de invitar al cielo
a rebajar su brillo para que resplandezca
la estrella de la navidad,
e ilumine las sombras del camino,
y se cante el .gloria in excélsis deo
por el sendero del dios de nuestros padres…
La navidad es una bruma que nos mira,
una bruma que nos habla
y un recuerdo que nos ahoga con desvelo,
melancolía envuelta en alegres cánticos,
con la ilusión y el desconsuelo de niños,
con la tristeza y añoranza de viejos olvidados,
con la angustia de las vidas que se alejan para siempre,
con el olvido de nombres que ya no existen,
y con una estrella que quiere salir,
que asoma tímida entre las nubes
de un bolsillo viejo demasiado roto,
que pasa como un tímido viento
lamiendo los árboles luminosos de Noel,
viento que quiere irse, pero se queda inclinado,
llorando por no llegar, triste y resignado,
sabiendo que el bullicio es solo
la chispa de un breve momento
del penoso suspiro de un bolsillo rajado,
sabiendo que es el momento
de que salgamos corriendo de nuestra caverna,
alegórica, fría, húmeda e indefinida,
donde se capta el mundo sin dolencia,
mundo de sombras chinescas,
sin meditar sobre los espectros
que pasan ante nuestra caverna
sin llegar nunca a entrar…
Y al apagarse las luces del árbol ya muerto,
al volver, después del no ir, al silencio cotidiano,
pasó ya el tiempo de navidad,
sin saber por donde fue, ni por donde caminó,
percibiendo que fue un tiempo lleno de misterio,
como los días del año o las semanas,
como el nacer muerto y el morir vivo…
Pero… ¿a quién le importa este misterio…?
Dicen que los que tienen fe son los protagonistas,
y yo creo que importa sólo a los privilegiados,
a los que invaden las calles, los comercios
y los supermercados escandalosos por caros,
con atmósferas densas y agobiantes,
con intermitentes villancicos a machamartillo,
bajo luces que producen vértigos, mareos y vómitos…
Un marketing salvaje que debería estar prohibido
cuyo fin es dejarnos sin un euro en el bolsillo,
y tampoco en la tarjeta de crédito,
usando basura como señuelo
con ofertas rancias y caducas…
Y sales de allí, con el cerebro recalentado,
deseando respirar aire fresco,
comprendiendo que habías permanecido atontado,
listo para el saqueo, indefenso,
y entonces un fuerte ramalazo
estremecerá tu sudoroso cuerpo
y te preguntarás como podrás pagar el despilfarro…
Intento descerrajar mis sentimientos
sin conjurarme contigo ni con nadie,
pues todo a cada instante
es más insignificante…
Dicen que se puede pedir algo y lo que yo pido
es que no pavoneemos ante los que no tienen
ni siquiera nuestras migajas de donativo,
y que, por lo menos, gocemos de paz…
a pesar de no tener más para dar.
Y tú, si es que esto lees, añadirás con razón:
—Es un mal poema escrito por no sé quién,
con la sencillez de un poeta nostálgico,
movido por un impulso que le lleva a vagar
por los campos de la imaginación….
Pues a ti te lo ofrezco yo, por atreverte a leerlo…
Dime tu nombre y te lo dedicaré en mi página.
( Dedicado a Kika, mi amiga).
CFL
- Autor: Carmen Formoso Lapido ( Offline)
- Publicado: 16 de septiembre de 2012 a las 14:17
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 25
- Usuarios favoritos de este poema: amapolanegra
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