Es usted esa isla blanca, del mediterráneo,
en la que saciaré mi instinto divino.
Es todas las formas de belleza:
más que la flor,
más que el cielo que me abrió en los ojos,
más que el infierno de los amantes;
es usted todas las formas de la belleza.
Está en todas las sangres en que he habitado y me forman;
usted me llevó al umbral de fuego,
cuando vino a mi mundo de ceguera,
y lo penetramos de agua.
Comprenda
decir amor en usted
es agraviar contra el Olimpo;
querer derrocarle con el soplo de un niño muerto,
¡Comprenda!
el tiempo no es la mesura de lo nuestro,
no se atreva a musitarlo
ni siquiera con el sonido de una uña creciendo,
el cielo nos vomitaría.
¡Comprenda!
vamos a morir de eso: de nosotros,
porque las constelaciones
reclaman nuestras vidas para nacer.
¡Comprenda!
No lo diré de palabra
cuando puedo decirlo con la boca en todo su sexo;
en todos los sexo a los que otros han matado
y yo daré vida.
Sabe que es usted
ocasión, destino
causa, efecto y ciclo
en las pieles de mi alma:
en sus palabras
en sus llantos y risas
en sus notas o himnos.
Quería mis confesiones;
¿sabía que al decirlo nada detendría mi voz?
Se replicará en ecos,
como trompetas de Sión
que hendirán corazones,
como espada de sangre en alma de pus,
a quienes no las comprenden;
Quería mis confesiones;
ahora abra las manos de su misericordia,
que empezará a caer la vanidad de esos,
a sus pies.
Le habló de miedo al espejo de mil rostros:
cierre sus oídos al redoble de la voz
o fundirá su razón;
o únase al canto , deme la suya
para destronar la vanidad
y fincar un nuevo reino.
Ahora responda
¿quiere amarme?
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