Reposando la pesada existencia
en el incomodo trono del dolor
se apoyan las penas en la barra
madera manchada de desesperación.
Y entre sollozos del alma
y la fingida sonrisa del rostro
se dedica una cruda mirada
para calmar la sed del corazón roto.
Su mano derecha carga cada pena
su mano izquierda el veneno del olvido
garganta y estomago sienten el ardor
el corazón el placebo de la calma.
Pasaremos la vida en la oscuridad
entre más almas que están perdidas
sumidos en la miseria de aquel bar
pretendiendo ser entendidos por la bebida.
Comentarios2
Muy bueno, una gran inspiración.
que sentir tan vago y austero
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