Quizá fue el hambre,
la curiosidad o el destino,
si es que el destino existe
para los de tu especie;
que te hicieron morder, inocente,
la camuflada y traidora trampa,
tan ingeniosamente preparada
con un calamar de plástico.
Tus mandíbulas atravesó el afilado anzuelo
su acero que soporta tus embestidas,
ayer eran de más de 100 kilos de peso
hoy eres tan joven, apenas sumas 40 kilos.
Buscando la libertad
emerges como un recuerdo,
cortando el aire con tu pico,
reluciente y poderoso;
el azul intenso de tu cuerpo
aparece una y otra vez
y fugaz como un rayo,
cae y separas el cielo
y el mar con tu horizonte.
atado y condenado al sedal,
como la brisa se extiende,
y se va navegando en las olas;
recordándonos a Prometeo,
atrapado por su inocencia ;
te quema el dolor eterno
al saber que nunca más
volverás a surcar el mar.
Quedan en las profundidades
tus días brillantes, majestuosos,
navegando a una velocidad
de 39 metros por segundo,
a 100 kilómetros por hora,
surcaste a diario incansable
las aguas del mar Caribe;
eres la imagen de la vida
y por ello te han de extinguir.
Y de pronto imágenes lejanas ,
en elegante y radiante yate,
la felicidad resplandeciente
de asesinos que jubilosos,
gritan, aplauden y celebran,
están orgullosos, de su triunfo,
les complace y halaga tu captura;
pero te “ respetan”
les asombra tu lucha por la vida;
es más, te elogian y te admiran.
Un jalón más y si resiste el sedal
serán tus últimos instantes,
en que nadando y volando
sientas el agua del océano,
cubrirte como una caricia;
tu hábitat pronto cambiará,
te introducirán un gancho,
atravesarán tu estético pico,
te colgaran para exhibirte;
tu gran majestuosidad,
será admirado trofeo
en algún muelle,
o en la fría pared
de un restaurante
En tu cuerpo azul quedan pedazos
del azul intenso, del mar y el cielo;
donde hace apenas unas horas,
tu azul metálico ofrendabas;
tus ojos empiezan a oscurecer,
reflejar las sombras de la noche,
sombras que producen la dicha
de matar por placer y diversión.
Los niños, jóvenes y viejos,
saciando sus instintos,
disfrutan, se regocijan
con el dolor ajeno,
tu muerte celebran,
y eternizan en fotografías;
está cerca lo predecible,
la extinción, de tu especie,
¡Otra más!.
Que otra especie desaparezca,
a quién de los hombres importa.
Sería tu suerte o tu destino,
estaba en el mar escrito;
pero ese día, solo ese día,
por coincidencia o sorna,
o por buscar sacudirse
el ocio y aburrimiento;
pérdida e indolente la muerte,
se fue a pesca r en vacaciones.
Esto es absurdo, pero,
¿No lo es matar por placer?
¿Por competir?, que es un pez?,
sólo es, ¡un animal¡
Un gran pedazo de carne,
ofrecida en trozos en el congelador,
solo es un cuerpo sin vida , uno más,
disecado , un gran animal en extinción.
- Autor: Alebrije (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 22 de octubre de 2009 a las 18:29
- Comentario del autor sobre el poema: La vida de los oceanos no finaliza en las playas, es necesario buscar y darnos cuenta de la sobreexplotación de las especies marinas y el pez vela nos presenta una reflexión de lo que no vemos pero ocurre a diario.
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 1030
Comentarios1
guau!....riquisimo en recursos y sentimientos.Besos
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.