Posa tu contemplación sin hendir
las clavijas ajustadas del amanecer,
deja florecer al lado de mis espinas,
todo lo que fluye de tus ojos,
Y usa mi pecho como pañuelo,
para pintarme de color hasta
que el antigal florezca, en grito y flor.
Se que te preguntaste que hace un cactus
remontando un barrilete de pétalos
y belleza.
Adorador de la aridez, y de la gota de agua,
solo sabe de rosas del desierto, y arenas que
casi se vuelven espejos, parodiando espejismos.
Si intentas arrancarme… te dolerá.
No es que quiera lastimarte, es que naturalmente
me defiendo,
no sé de caricias, no conozco las palmas de tersura,
o un acompañamiento, me paro en los precipicios
sin temer que me empujen, solo sueño,
pero resurges de una poesía,
llueves y eres una primavera de mariposas,
alarmadas por la vida, buscando el iris de belleza,
y yo ahí, me dejaré ser, cuando la hembra
cierre su vientre, y se vuelva la luna a posar
en la cabellera azabache de la noche,
no conozco paso sin arena que quebrar,
mas el sueño se hace el tallo de mi dulce
despertar, una vez al año, aprendo a amar.
- Autor: chrix ( Offline)
- Publicado: 2 de octubre de 2012 a las 12:17
- Categoría: Amor
- Lecturas: 1223
- Usuarios favoritos de este poema: huertero, Sara (Bar literario)
Comentarios3
te pasaste de bueno.... buena elección con el tema de fondo
¡Fabuloso!
Es así como impregna la manera en que cada segundo se aprende a amar.
Excelente, un sentimiento plasmado en letras. Gracias por compartirlo.
GRacias amigo, aprecio que pases en mis espacio!
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