Remece Los Andes un paso de guerra
y el polvo del verbo como una montaña
por doquier exclama: ¡Allí viene!, ¡ya llega!
Mil pueblos lo aclaman con fervor y miedo.
Cual atlante guerrero que ha reencarnado
o gigante lemur de ignoto pasado,
resuena en Los Andes el andar pausado
de un viejo inka que ha resucitado.
¿Será el hierofante de aquel pueblo andino
que meció Los Andes su esplendor señero
o será la magia de una extirpe estoica,
que reposa en la mirada del gurú viajero?
¿Será el inka Hualpak de indómito brío,
que ha cinco siglos truncaron su gloria
y más firme que nunca resuelto a su encuentro,
cual predestinado retorna por ello?
Cronos repite la historia con modelos nuevos,
Basta contemplar las olas y comprenderlo luego.
El abrupto ande guardará memoria
como una serpiente de atisbar muy gélido,
las antiguas gestas de aquellos monarcas,
de los inkas reyes nacidos del cielo.
A su digno paso conquistaron pueblos,
el horizonte huía al esplendor guerrero
más el inka humilde, estirpe del cielo,
siempre repetía: ¡No con mucha sangre,
con bellos ejemplos conquistarlos quiero!
Todavía relumbran cuatro latitudes,
todos los resquicios del mundo entero
a la luz que esplende su sabiduría,
templos, oro, ñustas, brujos mitimaes
del poderoso imperio.
Con el misticismo de su noble raza
insurge de sí misma, de su propio suelo,
prototipo heroico, el ideal guerrero.
Marcha forzado por todos los pueblos,
a la reconquista de antiguas fronteras,
con órdenes precisas y claras premisas,
grandes estrategias y tácticas guerreras:
Decreto Supremo: ¡Extended mi reino,
Hasta los confines, Amílcar, tienes que extenderlo!
¡No os detengáis, no os arredre el miedo!,
¡Sesgad indómito países modernos,
ellos rememoren su origen de hielo,
que el mío es sagrado porque soy de fuego!
¡Oh viejo guerrero enristra las armas,
que a tu lado estamos guardando el oráculo,
todos los inkas de ejércitos fieros!
Mas recuerda siempre, clemente viajero,
cuando arda en tus venas cumplir tu deseo,
no con mucha sangre, con bellos ejemplos,
con sus ideales conquistarlos quiero.
Al águila ufana que circunda el aire
cuéntale que el cóndor se aliña en la nieve,
que tus hijos nacen junto a la tormenta,
que el gélido frío reinante en las cumbres
es cual aura tibia para tus congéneres.
No temas a nadie, blasones ni escudo
que ninguna raza domina leones.
Muéstrales jaguares que lamen tus plantas,
aquel conocimiento que a la sangre trae
viejísimos temores a puertas que ocultan
entre sus umbrales misterios del reino.
No temas a nadie oh, inka guerrero,
no hay sabiduría para deteneros,
si a tu lado viaja la serpiente alada,
real sabiduría que ignoran los pueblos.
Más recuerda siempre, adalid de hierro,
momento a momento,
cuando arda en tus venas cumplir tu deseo,
no con mucha sangre, con bellos ejemplos,
corazones puros conquistarlos quiero.
Do vayas y encuentres rendir vasallaje
al Inka, tu Rey, Señor de los Tiempos,
júntame a sus sabios y nobles guerreros
que son mis poetas y artistas cantores,
diles al oído curando el secreto:
¡Hermanos!, ¡Hermanos!
¡Hoy se han abierto las puertas del cielo!
Por: Víctor Callirgos, 1993.
- Autor: Real Tiempo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 4 de octubre de 2012 a las 15:38
- Comentario del autor sobre el poema: Un camino a la libertad
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 93
- Usuarios favoritos de este poema: miriam quintana
Comentarios2
Que profundo teu poema, parabéns!!!
Intensa de mi corazón, muchas gracias. Leeré más luego los tuyos para regocijarme.
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