Nunca sabrás lo que te escribo esta noche. No importa. Tampoco se sabe demasiado de eso que llaman destino, de la esencia de la vida, de la materia, de las órbitas de los planetas, de los ritmos biológicos, del alma. Pero se siente. Yo te siento, y de algún modo te recordaré eternamente, aunque tu tampoco lo sepas jamás. Será un poco como la belleza de lo que se piensa y nunca se expresa, el reflejo de la lágrima que nunca se asomó a los ojos, pero que se sintió profundamente, con ese pellizco, con esa alegría y con ese dolor, que ocurrió en un segundo, en ese relámpago entre esas las dos noches eternas que es la vida.
Te recuerdo vagamente como un sueño caluroso de verano. Sueños dulces, como cuando corríamos hacia papá y al colocarnos a cada uno en sus brazos, yo sentía tu olor, tu cara, tus mejillas al lado de las mías y mirábamos a mamá entre risas, mientras ella nos soplaba besitos que nos peleábamos por atrapar.
Nuestras fantasías, nuestra habitación ,las camas litera y nuestros juegos. Tus fiebres, mi sarampión, nuestras luchas y noches de Navidad, esperando los regalos que habíamos pedido con esa ilusión y candor de la niñez.
Recuerdo nuestros primeros juegos en el colegio, nuestras primeras picardías, nuestras peleas y los primeros amores platónicos que nos hacían suspirar.
Cuando te fuiste de casa por primera vez, me sentí despiadadamente solo, sin tu protección sin tu ruido, sin tu cariño. Recuerdo cuando de mayores siempre volvíamos casa para Navidad. El árbol, las cintas, envolver los regalos, el champagne que bebíamos juntos ,siempre pidiendo un año más que eternizara todos esos sentimientos.
Y te has ido. Lo tremendo es que te has ido y nunca viniste. Me dejaste solo desde el principio, con mi deseo, con mi ilusión, con el fantasma que yo creé. Y por eso nunca sabrás que te amo, que te necesito, y que siempre me sentí un poco huérfano de hermano, para compartir mis inquietudes ,mis dudas, mis poemas, penas y alegrías.
Nunca nada nos hubiera separado. Juntos hubiéramos conquistado castillos, matados dragones, rescatado princesas, y cómplices de nuestras aventuras acabado con todos los malos de la tierra.
Te quiero hermano, y aunque nunca te tuve, un día te veré frente a mí, desde mi lecho de tierra que siempre mira al sol y a las estrellas, recordando nuestros juegos, zozobras, sueños y siempre estarás dentro de mí.
Aun sigo amando al hermano mayor que nunca tuve. Y lo echo de menos
- Autor: Soplo (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 7 de octubre de 2012 a las 12:49
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 793
- Usuarios favoritos de este poema: DAVID FERNANDEZ FIS, huertero
Comentarios1
Tienes suerte y me alegro mucho de ello.Yo solo una hermana que murió de meningitis cuando yo era p equeño y tengo recuerdos vagos.Gracias por comentar.
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