AMORES DE ESCLAVOS (Capítulo 14)

“¡Armados!”. Capítulo 14

La noticia de la muerte del tío Juan

aumenta el pesar en casa del coronel,

rumores vienen y rumores van,

cuadro pintado con trágico pincel.

Alberto viaja a la ciudad
y con Francisco su hermano regresa,
atrás de él dejó una realidad
y ante él otra realidad empieza.

Armas. Todo un secreto cargamento
que sorprende a Sousa en el otro plano.
“Increíble –dice- lo que veo en este momento
y que lo apoye Francisco, su hermano”.

“Las cosas –dice Salvius- están por dar un giro,
tus hijos tienen un deber que les toca,
nunca juzgo sólo por lo que miro,
cualquier precaución que tomen no será poca”.

“Has visto –prosigue- gente morir, también los vi,
el tío Juan ahora y antes Juvenal;
entre las enseñanzas que dejaste aquí
está que defenderse no está mal”.

Allá en su casa el Barón
con Juvencio el capataz conversa,
a lo que dice Macedo le presta atención
porque le transmite otra orden perversa.

“¿Hasta cuándo? –interviene su mujer-
deja ya de provocar a la muerte,
tarde o temprano acabará por ser
ésta tu misma miserable suerte”.

“No intervengas mujer, –responde- no te metas,
de mi gran victoria eres testigo
y tú Juvencio, recuerda que nuestras charlas son secretas,
anda a hacer lo que te digo”.

La esposa de Macedo escuchó los planes del Barón,
tomar por asalto la casa de Sousa más tarde,
le parece un acto que no tiene perdón,
una acción vil y de lo más cobarde.

Duerme Macedo y ella va a su habitación sin saberlo él,
se coloca un abrigo y un poco usado sombrero,
sabe que Juvencio irá con hombres a casa del coronel,
pero ella espera llegar primero…

Continuará…

Próximo Capítulo (15)

“Trágica equivocación”.