"El delirio del Barón". Capítulo 16.
Al escuchar lo que de lejos le decían,
indignado Juvencio avanza irreverente...
Pensando siempre que quienes identificación le pedían
eran negros "y negro no es gente".
Apuntando su arma amenazante
avanza sin que lo detenga palabra alguna,
de pronto un disparo sonó tan impactante
que su detonación pareció oírse hasta en la luna.
Alberto, Francisco y Doña Virginia alarmados,
salen de la casa corriendo los tres,
afuera los disparos no cesan de ambos lados
y alguien afuera ya ha sufrido su revés.
Juvencio yace muerto a poca distancia de la casa,
el disparo certero penetró su pecho,
los hombres que lo acompañaban no entienden qué pasa,
que en casa del coronel no hay armas daban por hecho.
Los disparos continúan y Doña Virginia se desespera,
siente que está en ella detener eso...
emprende de pronto una loca carrera
sin pensar que de esa ida podría no haber regreso.
"¡No salga Doña Virginia!" le grita tras de ella Alberto,
"¡Ya dejen de disparar, por Dios!" ella grita.
Su cuerpo representa un blanco fácil, abierto,
pero ella detener aquéllo necesita.
Ya hay dos hombres más del Barón que han caído,
Uno de los dos que quedan ve a la mujer salir,
obvio que por su ropa no la ha reconocido
y la tentación de dispararle no logra resistir.
El otro que desde otro ángulo la ve sí la reconoció
y al grito de "¡no dispares, es la patrona!",
a tiempo de detener el disparo no llegó
y junto a su compañero el lugar abandona.
Desde su casa el Barón escuchaba las detonaciones,
pero creía que sólo sus hombres disparaban,
en sus ojos se veían relucir sus emociones
pensando que sus órdenes se ejecutaban.
Notába extrañado la ausencia de su señora y la menciona
y en eso llegaban sus dos hombres alarmados,
"patrón, esa gente le ha hecho daño a la patrona
y tienen armas, los disparos vienen de esos lados".
"La hora de la justicia". Capítulo 17
Ciego de la furia, perdiendo los estribos,
mandó a buscar al resto de los hombres que quedaban.
"¡No quiero a ninguno de esos negros vivos!
¡Vayan todos a esa casa y los acaban!".
Se fueron todos y Macedo reunió a sus esclavos,
"los quiero a todos juntos aquí, en un solo lugar".
una barraca sucia, con podrido material, oxidados clavos,
su látigo en la cintura y el arma que lograba mostrar.
En casa del coronel a Doña Virginia la atienden,
una leve herida en su brazo al salir le hicieron,
su gesto de valor todos allí entienden
y mucho cariño y solidaridad le dieron.
Fue Francisco quien la buscó afuera,
ayudado luego por su hermano Alberto.
"Detener esta locura -dice ella- ya quisiera,
hubiese preferido haberme muerto".
"No diga eso señora -Francisco le contesta-,
usted debe vivir y es bienvenida aquí,
su esposo no nos quiere bien, nos detesta
y está actuando totalmente fuera de sí".
Nuevamente los disparos se oyen fuera de la casa,
el coronel junto a Salvius ve a su gente disparando.
"Te juro amigo -dice Sousa- que esto que pasa,
jamás imaginé que estaría pasando".
"Ya oíste lo que Doña Virginia hace poco dijo,
tu gente está en el derecho de defenderse,
no culpes por darles armas a Alberto tu hijo
ni a Francisco por enseñarles a no caerse".
Los hombres del Barón uno a uno van cayendo,
por no esperar de los Sousa esa reacción armada,
en la barraca el Barón los disparos está oyendo
y ya no se siente seguro de nada.
Una niña de unos 14 años con pocos trapos vestida,
atemorizada se siente ante la mirada morbosa del Barón.
"Niña ¿qué me miras? Creo que mi presencia te intimida,
levántate y ven a los brazos de tu patrón".
La niña abraza temblando a su padre que al Barón mira,
Macedo se les acerca más y viéndola se distrae,
uno de los esclavos de la punta del látigo tira
y el Barón en medio de todos ellos cae.
Continuará...
Mañana...
"Fin de la maldad". Capítulo final.
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Comentarios6
Mañana estaré en primera fila amigo poeta, como hoy acá, esperaré y disfrutaré con seguridad la entrega final de tu preciada joya "Amores esclavos" . Hoy me llevo un sabor exquisito de tu pluma y maestría, he saboreado la justicia en hechos después de tanto odio y maldad del Baron.
Me pongo de pie para cerrar este genial capítulo, te estrecho la mano en señal de respeto y admiración y te doy fuertes abrazos en nombre de nuestra amistad.
El leerte es un enriquecimiento a mi alma y a mi arte, feliz día maestro poeta.
Lo que me gusta que es una guerra de poderes, además de todo lo que ya sabés, y fijate que actual que es, que se nota hasta en este mismo espacio, la cosa no ha cambiado mucho. Esa lucha por demostrar "quien puede más" quien está primero, quien acapara más al "protagonista", vos sabés que siempre leo entre líneas y lo asocio con lo contemporáneo.
Muy bueno, Al!
Abrazos.
Nos acercamos espectantes a los últimos capitulos de tu gran obra amigo Eros
Grata lectura tu prosa.
Saludos y amistad
Cada vez mas interesante, con ese toque que solo tu le sabes dar a estos maravillosos escritos.
Bellisimo.
un fuerte abrazo, besitos.
Wow! que chido (o chevere) !!! Pendiente para el final... que bien lo has plasmado!
cada ves mejor la historia. genio poeta
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