Han abierto la puerta, ha entrado sin miedo,
ella no la espera..
aprendiz de sentir la miseria,
construirla de exterior a escondite,
sin devotas libertades que la igualen
porque ella es igualdad,
permite alcanzar el valor sin conocerlo,
tan limpia cuando la miras..
solo el instinto sabe amarla,
una y otra vez enarbola amor sin condiciones,
sin derrotas que puedan juzgar su exterior,
cuando la humana simpleza es victoria,
la traductora de vencidos,
la fiel amante de la comprensión,
quien la ignora no pregunta de su existencia,
cree engañar a la sombra del alma que habita en ella,
y a ese miedo que comparte nuestro cuerpo,
cuando una mano se extiende
y la piel se muda como bella durmiente,
y en la distancia de un soplido la calma cierra su puerta..
a veces callada,
tras una sonrisa taciturna nos invita a tocarla,
al cuello sudario, dormida queda en silencio,
entre viejas memorias, un nuevo recuerdo..
y el libre desorden de amor que siento
cuando escucho su voz que me grita:
-¡Sueña mi paz sempiterna!
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