Ya huele a día de muertos

Un sueño que nos llamaría al fuego de una fogata años más tarde, emblemático y teñido de un sabroso sabor a tradición, con olor a flores silvestres e incienso; Aquella noche se encontraba aquella mujer de un robusto y fuerte cuerpo que ya pintaba el cansancio y canas de vasantes andadas, sentada sobre aquella silla de madera de quien sabe cuantos años, rechinamdo taciturna por los movimientos sólo callados por sus arrevatos, por ir a recojer mandados, sentada frente a la llama del anafre con las brazas del carbón que quedaron ya cubiertas por las cenizas de una larga tarde de cuchicheo, cuentos y chismes, se encuentra esperando el gustoso y delicioso momento de dar por fin a los tamales, 

bajo un profundo sueño ve a los niños correr, las velas apagadas y todo con un calor familiar conocido pero misterioso ve el ritual de las abuelos que limpian las sillas antes de sentarse mientras las mujeres se acomodan sus rebosos y se internan en risas movimientos rápidos y calculados formando una tertulia, una verbena,
Mientras ella como en un sueño inmóvil ausente y a la vez natural para sus acompañantes se da placido espectaculo con quien atrás en su camino había quedado,
una voz le llama... 
¡oye, ya están los tamales ya quitalos del calor que se te van a pasar! 
y de abrupto el sueño acaba y los tamales ya estaban! y como un sueño más los tamales nos decían con su aroma ya es día de muertos
y así entre un susto y placentero aroma a tradición los recuerdos se van
los recuerdos vienen y ahora ella nos acompaña en el dulce sueño al que todos llegaremos
y así las flores el inciencio y las calaveritas de azucar nos cuentan historías....