Pues esta noche atestigua
a dos amantes, cuyo ser funden
en un aletargado tiempo de deseo.
Aquellas manos, que recorren como
un similar desierto, las vastas dunas
de pieles del sudor cual rocío,
que profanan con anhelo y pudor,
piezas son de cuerpos de pasión desatados.
Aquella oscuridad muda, presa del silencio,
debate su existir entre ardientes bocas
del gemir continuas, cuyos efluvios
humedecen hasta la razón misma.
De besos tan quemantes, que no parecen
labios, sino llamas encendidas al alma;
y bajo tales pómulos cerrados, está el
soñar más real entre llanuras y
montañas de fragante piel, donde dos
mundos se unen en el puente
de la satisfacción, bajo un hechizo
eterno llamado: amor.
- Autor: Jesús Anibal (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 9 de noviembre de 2012 a las 19:48
- Comentario del autor sobre el poema: Tal vez algo elevado en su tono sensual, pero no me parece marcarlo con el símbolo de la mayoría de edad. Antes creo, que es de algún modo parte de un recuerdo, revivido en el lenguaje del sentimiento; fluido por una mente ocupada de describir tal momento con el alma y enmarcarla con el apego de la poesía.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 116
- Usuarios favoritos de este poema: María de los Angeles Bastianelli
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