Mis sentimientos cambian,
cambian sus departamentos, rápidamente, sin explicación,
con precisos propósitos que no dejan ver
como horribles cortinas que no dejan ver
entonces pronuncio: vida, cansancio, Noviembre, Ana,
y mis palabras no sustituyen la soledad,
ni la sombra de la soledad que es como un cuervo,
lo que siento es como el incendiarse la nieve,
como avalanchas de silencio interior
como un café desagradablemente frío
cambian de repente aun desprendimiento de aire,
a un liviano sonido de cercanas goteras,
a un color de hojas en un cementerio pálido,
a un silencioso comportamiento de gato,
y vuelvo a cambiar, mis sentimientos se transforman
y soy más consciente, más arrepentido,
más atribulado y más húmedo, más desmejorado;
siento un correr de sangre que no es mío,
aterradoras injurias de grillos que dan náusea,
siento ansiedad opaca, redonda como un caracol,
siento un golpe de espíritu, presionándome, enredándome,
y el caer de la luz lenta como una enfermedad,
y protesto cuando nadie me ve,
reclamo todos los días a quien no veo,
y es que estoy tan furioso de furia serena
cansado de comer y dormir y pensar,
y vestirme cada día, saludar a las personas,
hacer tanto y no hacer nada, repetidamente,
sentir quemaduras de metal en la piel,
raspaduras de concreto en los codos, en las rodillas,
sentirme como un mendigo despojado del alma,
como un fruto caído rodeado de fuego verde,
y cambian mis sentimientos en lo más abandonado, a lo más terrenal
a lo más exterior, a lo más púrpura, a lo más celeste, y a lo más invisible.
- Autor: Eduardo T. Isleño (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 29 de noviembre de 2012 a las 21:12
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 193
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