La vigésima Bella Durmiente,
que ya estaba enterada
de la rutina precedente,
contempló al príncipe preocupada.
El sueño centenario
quizá estropeó su aliento
e hizo del beso legendario
un asqueroso momento.
Había tantas variables
porque preocuparse:
¿se verían saludables
su cutis sin asolearse
Y el pelo sin tratamiento.
La habrían bañado bastante.
O sería un esperpento
oliendo a heces, repugnante.?
La alimentación intravenosa
y la poca ejercitación,
¿consiguieron que cada cosa
aun estuviera en sazón?.
Dependía de la eficiencia
de los profesionales de la medicina
de la Perrault, la Agencia
cuyo contrato nunca termina.
Y por otro lado, después de tanto reposo.
Este, con todo y su aristocrática hermosura.
Será suficientemente fogoso
Porque sin apenas disfrutar, ¿boda?
No me jodan.
- Autor: Mario Santiago ( Offline)
- Publicado: 6 de diciembre de 2012 a las 14:27
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 133
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Genial y preciado poema amigo Mario
Un placer leer tus versos
Abrazos y amistad
Críspulo
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