Para mil vidas o mil noches en el exilio
lo único que pediría mi prolongado corazón
sería el mirarte envuelta por el sueño,
por mis sueños que persisten y te contienen,
mirar tu pequeña boca, curvándose, alegrándose,
mirarte mientras vigilo, mientras te cuido,
verte desmayar, desvanecer, alejarte de mi voz, de mis versos,
muriendo a mi lado por el cansancio de los días,
ver tu rostro, inmóvil, como un farol, delicado,
lo único que pido es que no despiertes
hasta que cada línea y cada distancia de tu piel
se escriban en la fuerza indestructible de mi vista,
porque serás tú y serán las ondas de tu cabello
el alimento que mi corazón exija desesperado,
nocturnamente, a los recuerdos de mi mente fatigada,
y mi sangre, fluyente, traerá sobre mis ojos cerrados,
la misma imagen que hoy tiene tu cuerpo
dormida, cercana, ciega y muda, amiga mía,
hermosa, como una ciruela fría de oscuridad templada,
como una jacaranda nueva en las más extensa primavera
entonces cobraré fuerzas, y mis piernas querrán caminar,
y mis pies pisar la tierra que tú pisas
encontrarte, hallarte después de tanto,
amarte con el amor que te he reservado tanto tiempo,
esperando, recordando tu juventud
que por ahora no quiero ni querré abandonar
hasta darte cada beso eternamente destinado para ti.
- Autor: Eduardo T. Isleño (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 6 de diciembre de 2012 a las 15:12
- Categoría: Amor
- Lecturas: 108
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Bello y hermoso poema de amor amigo Eduardo T.
Un placer leer tus versos
Abrazos y amistad
Críspulo
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