Siempre adelante;
ya auspicie nieve un verano
o cincuenta grados la primavera.
Aquel hombre reposa con su mirada al frente,
cuando aprendió a echar la vista atrás.
*** ***
(I)
Navegante: el zodiaco.
Presume de ser la guirnalda
con la que quiso enlucirse el firmamento.
Emerge constelado nuestro propio manto,
por vivencias, cuales, como una carta con remite,
encorvan por inercia a los cuerpos.
(...así desperezándose la sabiduría para la elección.)
Las experiencias: repujan o cincelan en los hombres
la capacidad que los convierte en adivinos.
(Quedando éstos cerca de ser brujos).
Afanosa lectura la del pasado,
concurren tanto los beneficios dilapidados
como aquellos salmos que ensalzaron
los haceres justos y precisos.
Experiencias: pasado cual comporta retorno.
Por ellas, los hombres quedamos y quedaremos
recorriendo más trecho que aquel pisado.
Portaremos las soluciones
porque otras mentes anteriores ya las pensaron.
Nos esperan tantísimos santuarios;
la vocal interpretación
y el bombeo de muchos corazones
volcado en los libros.
Somos curanderos;
por brebajes Sumerios o Egipcios.
Por ungüentos Romanos y Fenicios.
Somos hechiceros;
porque usamos rituales Celtas,
invocaciones Griegas
o Etruscos maleficios.
Nos mecemos,
acunados por un sinfín de civilizaciones
que, le aportan al puchero
sacos enteros de acertados conjuros.
Un soplo personal,
(y por nosotros y los que vendrán),
e incandescente, de vida.
(II)
Las experiencias rondan inmortales,
rondan por el agua, vagan por el aire,
rondan, con su peculiar oxígeno vibrante,
viven mientras vivamos,
y hasta tras el cierre de nuestro propio telón,
traspasan los límites de la propia identidad
y por obra y gracia de un espíritu de continuidad;
perduran, prosiguen.
Prolongándose quedan cuando las contamos.
«Claro esta "vagabundas son",
y por ello, su pobreza
abarca la propiedad de todo.»
¡Trovadores todos!.
Recitamos acompañando los sonidos
del oboe, la flauta o la cítara.
Así transgrediendo la razón del tiempo.
Las experiencias rondan inmortales,
con un cuerpo conformado por infinidad de gotas de sangre.
Reviven, (una y otra vez)
en obras de teatro que se interpretan,
en canciones y diálogos.
Trashuman, transmutan siendo hojas caídas,
como hojas escritas nunca perecen, (cuando atreviéndonos),
surgen de nuestro interior y las confesamos.
Recorren el calendario bajo el respiro
de una única alma y se extienden.
...son la animación y el jolgorio.
Resuenan como los gritos excitados
de unos entusiasmados niños,
en, del pueblo, su feria.
«Porque como afluentes,
las experiencias en nuestros ríos quedan.
Porque como semillas,
las experiencias caen desde árboles milenarios,
y en esta tierra arraigan
y como flores crecen.»
(III)
La vida es una escuela
sobrada de materias.
Un verbal carrusel
con la infinita suerte de lenguajes.
Noria que cursa, que gira sujeta
a la estructura de los años gastados.
Su andamiaje anda forjado
con tal metal que es el saber.
Caballitos, bicicletas.
Tazas de café,
y el coche de bombero
con su aguda campana.
Tranvías y setas,
vueltas y vueltas.
Y siempre lectivas:
las experiencias.
Un carrusel y a su lado;
¡las exclamaciones!.
El llaneo y la intriga.
Las enormes e inclinadas curvas
y los contundentes desniveles de la vida.
La vida: montaña rusa.
Las experiencias son lecciones
guardadas en cofres con contraseña,
en cofres personales.
El valor de las experiencias:
...infinitas e inacabadas enciclopedias.
Suma tras suma,
división que no resta:
vivencias.
Las experiencias adoptan
la expresión de multitud de artes,
cuando para expandirse se comparten.
Ellas; un himno,
el tacto ya soñado
y también equipaje.
318-omu G.S. (Bcn-2012)
- Autor: omu (Seudónimo) ( Offline)
- Publicado: 16 de diciembre de 2012 a las 10:09
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 48
- Usuarios favoritos de este poema: El Hombre de la Rosa
Comentarios1
Hermoso y preciado poema amigo Omu
Un placer leer tus versos
Saludos y amistad
Críspulo
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