(I)
Por mis muertos,
(que no son tal).
Porque pasean conmigo
ellos nunca murieron.
Viven en cada uno de mis respiros,
por siempre, en mis actos
estarán presentes.
(II)
Hijo de Lope y su prolífica obra.
De Cervantes y su Sancho.
De Jiménez y su Platero.
De Machado y su caminante.
Hijo de la paloma de Alberti,
de la honda introspectiva de Cernuda.
y de la Ilíada y Odisea de Homero.
Hijo del surrealismo de Dalí,
de los azules de Picasso
y su cubismo innovador;
esmerado, locuaz y matemático.
Hijo de el Greco y sus rasgos personalizados.
De la oreja arrancada
por patología de Van Gogh,
de Monet y sus azules paradisiacos,
del grito de Eduard Munch,
de la revolución francesa
y la caída de los zares.
Hijo de las pirámides y de catedrales,
de Mahoma y Jesucristo,
de un hombre cualquiera y de Buda.
Hijo de tanta muerte,
que no es vida muerta,
sino sangre fresca,
que corre, hoy,
por mis venas aún muy viva.
(III)
Sobre las llamas, mi carne.
Torre de humo sagrado,
una pira vikinga que invoca
el viaje eterno al ser fuego.
...y flotan partículas en el aire,
cuales juguetonas
retoman la partida.
Humo soy, navego por el fuego
y no se apaga la vida.
No se agota ni se extingue,
mi humo grita, ¡nacimiento!.
Cuando tal viaje asoma;
desde la aparente transparencia,
(espejismo o eclipse),
el horizonte engrandece
y un arco iris en él se vislumbra.
(IV)
Por un instante
perezco amaneciendo.
Con mis ojos cerrados
aparezco (como nunca) despierto
...insertado en el respiro
de un vapor vagabundo.
Existo transportado, (simplemente),
por un gesto sin nombre.
Por un soplo desplegado,
de espontáneo viento corpulento.
(V)
La muerte
...y yo como humo;
húmedo suspiro
que copula con el aire.
Sobre el fuego,
mi madera ahora es:
chispas que destellan;
un velo con olores a pasado,
que levita, que se eleva.
Mi madera es un ave que aletea.
Derrumba, como humo,
la más insospechada de las fronteras.
Entonces, mi madera,
deja de ser un tronco firme
y es, el aliño que aceita
el futuro, la ensalada de matices
que se esconde tras una puerta
llamada cielo.
Mi madera: humo.
Mi madera; come del celeste,
de la sal de sus mares.
Mi madera; ingrávida se integra.
Así pesando, (su nada impoluta),
tanto como un universo
integro y sin partes.
(VI)
La muerte:
y yo como polvo
y yo como tierra
...desecho sobre el mundo;
siendo una sencilla sílaba
de palabra significante.
Como abono licuado
que, le aporta un punto
al continuo seguido.
(VII)
Quizás, la muerte es:
una gota de lluvia remojando aquí el polvo.
Quizás es, una ofrenda de movilidad
regalándosele a la vida;
dando nuevas formas
desde el barro limpio.
Quizás la muerte, condescendiente,
hace reales, aquellas que antes, eran quimeras.
Quizás la muerte es:
un abanico abierto que ventea
extendiendo aún más la vida.
No es un funesto epílogo
ni un hilo sesgado.
No es una nota desafinada,
ni una barca agujereada
que se hunde sin vela ni remos.
Tan sólo, creo es
...una dama bendita
trayéndonos, una ola inmensa.
318-omu G.S. (Bcn-2012)
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.