Si al frío de esta noche le doliera el silencio
como me duele el miedo de volverte a encontrar,
desandaría a riesgo de enloquecer los páramos
que mi canción anduvo por enseñarte a amar.
Cansado ya, cansado de verbos y adjetivos
con que tu voz se mofa de mi resignación,
me asalta la tristeza de que no haya otro mundo
más allá de este trópico de fiebres en que estoy.
A mi no me perdonan tu Dios ni los inviernos,
que año tras año atisban por el mismo balcón,
el haberte olvidado en las notas cristales
de la más primavera estación que brilló.
Me torturan los garfios agudos de tu risa
en el final peldaño de aquel tardío tren,
que me dejó en la vieja estación del olvido
atado a la cadena de un beso que no fue.
Y allende las augustas cabelleras del trigo,
que en el campo se mecen, para mi ya no hay sol.
Y sin embargo el frío de esta noche no puede
entender como duele, cuando duele el amor.
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Autor:
Mendoza el Viejo (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 25 de diciembre de 2012 a las 15:01
- Comentario del autor sobre el poema: El poema pertenece a una serie a la que puse por nombre "Tanguemas", pues son poemas con aire de tango.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 127
- Usuarios favoritos de este poema: nellycastell, ♥(¯`*•.¸♥millondurango♥¸.•*´¯)♥
Offline)
Comentarios2
Bienvenidísimo Don Mendoza!!
Me complace, como argentina y porteña, que siendo salvadoreño, incursiones en los "tanguemas".
Un poema buenísimo que honra tu debut en esta página.
Un abrazo de aeropuerto!
Sabrás, querida "nueva" amiga, que desde muy chico me conecté con los tangos. En mi país se escuchaban todas las tardes a las 4:00 p.m. en una radio local. Me aprendí Garufa, Melodía de Arrabal, etc. De hecho, en ocasiones canto La Cumparsita... gracias por tu comentario. Hago votos por una fecunda amistad.
Una satisfacción de matices que en cada verso me llevo, un abrazo poeta.
Y en donde estuvo lo que usted se lleva, me queda a mi el aroma de su generosidad, querida señora. Un abrazo amistoso.
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