LA CIUDAD VACÍA

Poeta-Maldito1976

En realidad, yo sólo soy un actor que ahora busca función. El teatro es la vida que no espera y descorre su telón. Este cuento podría ser la función pero si se tiene la paciencia para llegar hasta el final se entenderá porqué no puede, ni debe serlo.

 

LA CIUDAD VACÍA

 

 

Entretejido de espinas, profundo, sinuoso, casi olvidado, por los escombros y las esquinas recorrido se esconde el laberinto.

 

Sin ventanas, no son campanas, son gritos, por libros protegido, rodeado de tinieblas, donde mi alma camina después del amor desnuda y ciega, se encuentra el laberinto, mi cuidad sin vida, mi ciudad vacía y por sus calles la que corre apagada es mi sangre porque es el vacío entre sus ruinas el que me vigila y yo salto por los tejados de mi incomprensión porque olvidé volar cuando no hace tanto se cayeron mis sonrisas.

 

Y si voy a pie el ambiente es enfermizo, es triste, es lúgubre, es retorcido. Tan sólo un profeta, un mártir o un diablo pudieran sortearlo. 

 

Aprieto el andar, siguiendo los rayos de luna que iluminan los callejones, por los desiertos de sangre, por las avenidas llenas de reproches, entre las estatuas de sal que miraron atrás y ahora todo lo saben, siempre perseguido por mi vacío mientras las tinieblas me envuelven, se arremolinan y convergen sobre mi destino y sobre todo aquel que ose salir de la ciudad vacía o adentrarse  en el laberinto en el que vivimos yo y mi vacío. La angustia perfumada de invierno aumenta con cada paso y mi desaliento es mayor que cuando empecé a dejar mi cuidad sin vida y a dejarla tan fría. Ahora, ya olvidé cómo se sale de él y como se despierta uno cada día cuando no tiene que partir en busca de un corazón perdido entre las manos de un horizonte que huye de su compañía.

 

Oscuro, espeso y asfixiante, el laberinto puede devorar a quien se me acerque por eso también yo intento alejarme de él.  Los árboles golpean los cristales de las ventanas y se ríen de mí afilando unas uñas que no tienen mientras la luz aquí dentro es tan escasa y se curva con el contacto de la piel. Y las sombras me persiguen o yo las sigo a ellas en un maleficio de irrealidades y la sensación es siempre la misma al no poderme liberar de este vacío y de mi pesar pero siempre me responde que jamás.

 

Noches imposibles, más largas que las miradas con que yo las contemplé, sin ovillo de la lana con que dejar una señal, me voy guiando por mis lágrimas y tengo muchas para querer salir porque mi ojos no se apagarán nunca por querer dejar de sufrir entre las ánimas, corriendo, escapando, henchidos los ojos, entre pecados y sombras, sigo perdido entre las tinieblas y callejones de la ciudad de los jirones, cristales salados y rotos que siguen cayendo de mis ojos pero yo no dejaré atrás a mi alma aunque sea mi vacío el que la reclama y me pregunte quiénes somos.

 

Y no fue buena idea guiarme por mis lágrimas porque vuelvo a pasar por los mismos lugares por los que ella pasó. Porque ella, también una vez quiso entrar en mi laberinto enfermo y arrancarme de sus garras y ahora sólo queda su voz. Y en estos lugares la recuerdo, porque con ella antes no estaban tan muertos y mis lágrimas nuevas se mezclan con las antiguas y yo me detengo  y entonces las sombras vuelven a acorralarme y yo adonde ir ya no tengo.

 

Espejos, de mi llantos son los reflejos.

 

Cubren mi rostro las cenizas por el eterno duelo, las saborean mis labios y me acechan los cuervos y yo brindo por ellos aunque agua no bebo porque me acostumbré al veneno.

 

Malgasto mi tiempo en derribar la muralla, golpeo con mis puños, con mi voz y  mis palabras, pero aquí siempre responde el silencio cuando las paredes atravieso. Las sombras y los lamentos que el vacío ha sembrado, se adelantaron.

 

Y es cierto que no siempre fuiste una ciudad vacía, poblada de sombras y de espectros, donde yo ya no quiero renacer porque se te fue el amanecer, robado, se marchó de mi lado, acaso lo único que me quede sea mi amor, vive en forma de flor, escondido, lo guardo conmigo, búscalo, siente, en el laberinto no lo olvidé, mujer desnuda, vergel de sumas, porque entre mis brazos le guardo mi abrazo, para sus abanicos rosados, azahar enamorado, embriágame de su olor, de Norte y de Este, de nostalgia y de quererte, ya me lo dijo la luna que a ti iba a quererte como a ninguna, cuando el que me traiga el Abril sea tu vientre y los dos gritemos tan fuerte cuando seamos el viento entre los manantiales de nuestros cuerpos.

 

Recuérdame por lo que fui, porque no siempre estuve encadenado, caminando a un crucifijo clavado, mortaja de mis pecados, cuando caminaba desafiante, ¿quién se atreverá a matarme? y yo no te creí aunque dormía en un ataúd, no quería ser mortal y menos tener dueño  y ahora, qué me importará ser eterno si mi dueña eres tú.

 

Antes solía vivir en aquellos lugares en los que el límite era un lugar normal y siempre hay algo más en las personas que resistieron aunque yo no lo puede lograr. Ahora, bailo y camino solo porque perdido vuelvo una y otra vez al mismo lugar.

 

Yo alimenté al caos que me devoró pero nunca me lamenté, como mucho injurié a algún dios porque ya no sé si me abandonaron aquí dentro o fui yo quien no les escuchó.

 

Viento torcido, estrecho, hiriente que golpeas mi pecho y te adentras en mi alma llevándote los siglos con tu aliento, nadie agoniza en las entrañas de la ciudad vacía, nadie, salvo yo.  Y los árboles se retuercen porque en el laberinto es grande el dolor mientras yo paso por mi pasado a veces no tan veloz. Recorro pisando su otoño de hojarasca que se rompe con mi caminar. Las lágrimas siguen cayendo  y los cristales marchitos iluminan aún más mis recuerdos traidores que se caen de los árboles para volverme a saludar. Entre sombras y demonios amigos se esconden los secretos, como yo tan perdidos y nos volvemos a encontrar muchos años más tarde ahora que sienten que estoy vencido, otra vez como una trampa sin escapatoria, fragmentos de mi vida que se desdibujan en los pasadizos atiborrados de horas, dolores violentos, pájaros de llamas cayendo, hierros marcados de ira, tinieblas, las páginas de mi diario que se cayeron cuando se abrieron mis heridas, las que escribieron por mí, siempre con la tinta que ya no se puede borrar, algunas hojas que son mías y que ahora están cubiertas de sal, las canciones de la locura que resonaron en las habitaciones sin cerradura y los misereres atravesados de cadenas, porque las lágrimas no sirven de penitencia, y por fin mi vacío, intentando vaciar la ciudad vacía de mí.

 

Porque la ciudad vacía, soy yo.

  • Autor: Poeta-Maldito1976 (Offline Offline)
  • Publicado: 2 de enero de 2013 a las 14:28
  • Categoría: Surrealista
  • Lecturas: 43
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Comentarios3

  • Poeta-Maldito1976

    La vida es lo que es, ni buena, ni mala. El que todavía no sabe lo que es, soy yo.

  • amapolanegra

    Surrealista con tintes oníricos creo yo. Desnudas el interior de tu alma..
    Saludos cordiales

    • Poeta-Maldito1976

      No estoy muy seguro de que sea onírico, muchas veces he sentido que era muy real. Siempre escribo, digamos, de dentro del alma hacia afuera, a veces hago lo contrario y dejo que me penetre lo que me rodea, pero lo normal es proyectar lo que siento hacia el exterior. pero sí, la línea que trazo con los sueños o ensoñaciones es muy difusa.

      Un abrazo muy grande

    • monique ele

      no leo cuentos pero me atrajo el título y me encantó el inicio..

      saludos!

      • Poeta-Maldito1976

        A veces ecribo cuentos cortos, a mí me encantan los cuentos o relatos, y sobre todo si te hacen pensar. Los hago como una especie de experimento en prosa poética. Tengo un estilo muy particular pero aún estoy aprendiendo por eso no rechazo nada.

        Muchas gracias por tomarte la molestia de leerlo y adentrarte en mi mundo.

        Un abrazo enorme



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