Y vestían de blanco los dos,
del pecho de ella ascendía una queja callada;
ambos emitían sonidos incomprensibles.
Él miraba de reojo el suave oscilar de su cintura
mientras el viento tejía un rumor de mandarinas bajo su vestido.
Un día la epidermis de la tierra los acercó
y un fuego esmeralda anudó sus cuerpos.
Y vestían de blanco los dos,
las noches aún preñaban sus sueños
pero al amanecer sus corazones se enfriaban,
ninguno recordaba el sueño del otro.
Se miraban a los ojos buscándose,
rabiosa, desesperadamente,
estaban desnudos y no se encontraban.
Y vestían de blanco los dos,
bajo sus ropas blancas ningún vestigio de alas,
tan sólo una queja callada
corrompiendo secretamente el aire.
- Autor: tintatarada ( Offline)
- Publicado: 5 de enero de 2013 a las 15:38
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 40
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